La victoria de Rodrigo Paz Pereira en las elecciones presidenciales bolivianas no es solo un relevo de liderazgo: es una señal de cambio estructural en el centro político de Sudamérica. Tras años de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS), el país andino elige a un presidente que combina discurso liberal con sensibilidad social, una fórmula que rompe los esquemas tradicionales de la política nacional.
Con un mensaje de “capitalismo para todos”, Rodrigo Paz propone equilibrar la eficiencia del mercado con la protección social, descentralizar el poder y abrir la economía a nuevas inversiones. Su ascenso marca el fin del ciclo del MAS, debilitado por luchas internas entre Evo Morales y Luis Arce, y refleja el cansancio ciudadano frente a un modelo concentrado en el Estado.
¿Por qué es clave el triunfo de Rodrigo Paz?
Durante los últimos años, América del Sur estuvo dominada por gobiernos progresistas —Petro en Colombia, Lula en Brasil, Boric en Chile, Fernández en Argentina—. Con Paz, Bolivia introduce un contrapeso centrista y liberal, que podría inspirar movimientos similares en países donde la ciudadanía comienza a exigir resultados concretos y menos retórica ideológica.
En política exterior, Bolivia podría alejarse de los vínculos con Venezuela, Nicaragua y Cuba, fortalecidos durante los gobiernos del MAS, y acercarse a alianzas con Chile, Paraguay y Perú, apostando por la cooperación económica y energética. Esa posible reorientación también abre la puerta a una reconexión con Estados Unidos y organismos multilaterales, lo que implicaría un giro en la diplomacia boliviana después de años de aislamiento.
Bolivia es pieza clave en el triángulo del litio, junto con Argentina y Chile, y en la nueva era de la energía limpia su papel es estratégico. Rodrigo Paz ha prometido abrir el sector a inversión extranjera, impulsar alianzas tecnológicas y liberar la producción de hidrocarburos, actualmente restringida. Si cumple, Bolivia podría atraer capitales europeos y norteamericanos, reduciendo su dependencia de China y Rusia.
Este enfoque pragmático —basado en eficiencia, inversión y transparencia— podría reconfigurar los equilibrios energéticos regionales y reposicionar a Bolivia como un socio relevante en el comercio continental.
Un cambio de narrativa política
Más allá de la economía, Rodrigo Paz representa una nueva narrativa: la de la gestión sobre la ideología. En un continente fatigado por la polarización, su discurso evita la confrontación y apela a la meritocracia, la innovación y la cooperación público-privada.
Ese tono pospopulista puede conectar con las generaciones jóvenes y urbanas, que priorizan resultados tangibles sobre las promesas épicas.
Sin embargo, la tarea es monumental: Bolivia enfrenta reservas internacionales en mínimos históricos, escasez de combustibles, una economía informal que supera el 60 % y una sociedad polarizada. El desafío de Rodrigo Paz será demostrar que la moderación también puede gobernar con eficacia en tiempos de crisis.
