Salvemos a Colombia

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Por: Alberto Bernal

Hace un par de semanas tuve una conversación muy intensa con un gran amigo, quien me logró convencer de que me había equivocado mucho al apoyar la decisión del gobierno del presidente Duque de presentar la reforma tributaria del exministro Carrasquilla. “Hermano, yo sé que usted tiene toda la razón. Esa reforma era socialmente justa e iba a disminuir la pobreza, además de que iba a permitir que Colombia no perdiera su grado de inversión. Yo lo entiendo. Pero era claro que el pueblo nunca lo iba entender porque el demagogo del Gustavo Bolívar y la loca esa de la Pizarro iban a incendiar el país con la falacia de decir que esa reforma les quitaba a los pobres para darle a los ricos”. La evidencia mostró que mi amigo tenía toda la razón.

O bueno, demostró que tenía toda la razón, pero solo por una semana. Los sucesos ocurridos de ahí en adelante demuestran que lo que está pasando hoy no tiene nada que ver con la reforma de Carrasquilla. Esta vaina estaba organizada desde mucho antes, la reforma fue una simple excusa para incendiar el país. Para que quede claro, la reforma de Carrasquilla les incrementaba el ingreso mensual a las familias más pobres de Colombia en 68%, y garantizaba la universidad gratis para los estratos 1,2, y 3, entre otras muchas cuestiones de alto impacto social. Esos mismos puntos son algunos de los que piden “los jóvenes” que están en la calle. Mejor dicho, “los jóvenes” salieron a protestar por una reforma que ni siquiera conocían, y están pidiendo puntos que ya estaban incluidos en el texto de la reforma.

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El punto acá es que hay alguien muy poderoso detrás de este proceso que busca generar un colapso de la democracia en Colombia. La pregunta del millón es “quien” es esa persona. A mí personalmente no me cabe la menor duda de que el narco terrorismo internacional está detrás de todo esto. Hace ya un par de años el narco venezolano Diosdado Cabello le anunció al mundo entero que una “brisa bolivariana” iba a llegar a Latam. Acto seguido explotó Chile y el chavismo retornó al poder en Bolivia. La “brisa bolivariana” es un acto premeditado y muy bien organizado. El régimen venezolano está tratando de destruir la democracia en Colombia para vengarse por la actuación protagonista que tuvo Colombia dentro del grupo de Lima.

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Es obvio que esta “brisa bolivariana” nunca hubiera agarrado fuerza si la economía hubiese crecido bien. La pandemia y el colapso económico han probado ser el caldo de cultivo perfecto para lograr la desestabilización de la democracia en Colombia. Pero la pandemia no es culpa de nadie. Es injusto culpar a Duque por lo que está pasando, pero los jóvenes de hoy no oyen razones, entre otras porque ellos solo entienden la frase “es un derecho”, y la izquierda radical, en cabeza de Petro, quiere derrocar a Duque. Esa es la realidad de hoy, y no hay opción diferente a entenderla.

Pero el final no tiene que ser el colapso de Colombia. Los jóvenes que están en la calle no saben lo que hacen, así como no lo sabían los venezolanos que eligieron a Chávez en 1999. Algún día entenderán. Pero es nuestra responsabilidad no permitir que los demagogos destruyan a Colombia. Por lo tanto, no hay opción alterna a apoyar sin tapujos al presidente Duque, apoyar a las fuerzas militares, vacunar, vacunar, y vacunar, defender la institucionalidad, y ampliar la coalición de Gobierno así toque sucumbir a la politiquería. Colombia está primero, hay que salvarla.

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