Sin seguridad los estados son fallidos y fallido venía siendo el Estado colombiano, desbordado por el narcotráfico y los grupos guerrilleros, hasta la reforma del Ejército y el Plan Colombia, que se deben a Pastrana, y la implementación de la política de seguridad democrática de Uribe.
Por: Rafael Nieto Loaiza
Los éxitos de esa política fueron extraordinarios. En un círculo virtuoso, retornaron los emprendimientos y la inversión, aumentó la generación de empleo y bajó la pobreza.
Hay que rescatar los pilares sobre los cuales se construyeron esos éxitos. El primero es la voluntad política de vencer a los violentos y derrotar al narcotráfico. Hoy esa voluntad de triunfo ha desaparecido. Peor, hay fracturas políticas, sociales e institucionales sobre cómo enfrentar el narcotráfico y a los violentos. La Corte Constitucional impide la aspersión aérea, la JEP opera para dejar en la impunidad a las Farc mientras que persigue a Uribe y a los militares, algunos jueces dan órdenes, sin fundamento y con ignorancia, sobre la manera en que la Policía debe manejar los asuntos de orden público.
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Mientras tanto, se han perdido los espacios de colaboración entre la ciudadanía y la Fuerza Pública, fundamentales en la lucha contra el terrorismo. Los ataques constantes desde tribunales, medios y redes a la Policía y el Ejército van minando su imagen y disminuyendo la confianza ciudadana en sus instituciones. Hay que ponerse en la tarea de reconstruirlas a través de respuestas claras y certeras a las acusaciones, información transparente, investigaciones eficaces y el trabajo con organizaciones internacionales que den legitimidad.
La tercera columna fue la superioridad aérea, clave en las neutralizaciones de Cano, Reyes y Jojoy, entre las más significativas. Hoy hay menos aeronaves, menos tripulaciones con autonomía de vuelo, menos presupuesto para operaciones y horas de vuelo y una nube de incertidumbre sobre los límites jurídicos de esas operaciones.
Finalmente, es fundamental el fortalecimiento y la sofisticación de los aparatos y las operaciones de inteligencia y contrainteligencia. No son solo los oídos y ojos de la Fuerza Pública. Son también buena parte de su cerebro y su sistema de defensa. Llegamos a ser modelos en el mundo y Jaque es prueba de ello. Desde la negociación y la firma del pacto con las Farc esos aparatos fueron objeto de toda clase de ataques y han sido disminuidos de manera peligrosa. Para rematar, fueron usados como instrumento en pugnas internas.
Los cuatro pilares son indispensables. Hay que trabajar sin descanso en ellos si queremos recuperar el rumbo.