SEMANA DE RECESO: Abelardo De La Espriella

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No sé quién se inventó la tal semana de receso, pero es una maravilla. En un país como el nuestro, en el que las malas noticias abundan y la desgracia está en todas las esquinas, es justo y necesario que tengamos un espacio, un solaz, un oasis en medio del desierto. Y es que no todo puede ser tragedia, debe haber tiempo para la bacanería, las cosas suaves y livianas. Si bien las cortas vacaciones de octubre son para los niños que están en el colegio, los adultos, por conexidad material, terminamos disfrutando más que ellos.

Tratar de sobreponerse a la realidad y buscar el esparcimiento no es pecado. El exceso de trabajo produce exceso de pesares. No es fácil vivir en Colombia. La alta complejidad de los sucesos es nuestro pan de cada día. Un extranjero que viaja a “la tierra del Sagrado Corazón”, con solo ver un noticiero u otro programa de televisión, sin duda, se percata rápidamente de que Colombia es un manicomio sin solución.

¿Cómo entender que los políticos que quieren la paz en la Habana con la guerrilla son incapaces de hacer las paces entre ellos y con la oposición, o que Marbelle sea un símbolo sexual y que, para acabar de joder, haga conciertos en ligueros? ¿Acaso tiene sentido que Dios haya escogido a María Luisa Piraquive para ser su representante en la Tierra? ¿Y qué me dicen del hecho de que el presidente Santos rotule como de extrema derecha a los que lo eligieron? ¿O qué pensar de los rectores o educadores homofóbicos que llevan a sus alumnos al suicidio?

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Colombia es casa de locos y eso nadie lo puede negar: un ave de rapiña en el escudo, 60 años de guerra, los capos de la droga son el paradigma para hacer novelas, reinas de belleza que se convierten en “traquetas”, los exterroristas en la calle y haciendo política, mientras que los soldados que defendieron la democracia se pudren en la cárcel, los contratistas se llenan de billete y el pueblo pasando hambre, el despilfarro y el hueco fiscal, que hay que tapar con reformas e impuestos que habrá que pagar, y los altos funcionarios del Estado que no quieren jueces, solo para seguir haciendo lo que se les dé la gana por encima de la ley.

Pero aún hay más: las obras públicas que nunca se terminan, los anuncios de proyectos para los que no hay presupuesto, la arrogancia de la guerrilla y la revictimización de las víctimas, la falta de justicia y equidad, la corrupción estatal y la negligencia social. Una pareja de lesbianas que hacen parte del mismo gabinete, jefes guerrilleros que viajan por el mundo sin restricción, y paramilitares que ya cumplieron con la ley, todavía encerrados en prisión. La exclusión, la división, la falsedad y el odio por doquier. Gobernantes que se creen reyezuelos y se roban hasta el oxígeno.

Por si fuera poco, hijos de caudillos que se las dan de delfines, cuando no llegan ni a bagres; empresarios que hablan de moral e inversión y solo piensan en acciones y dividendos para sus bolsillos, un bandido colosal como el “Loco Barrera”, que se declara un campesino perseguido; el futbolista desadaptado que coge de balón a su mujer, y los ataques insólitos del bárbaro de Maduro contra Uribe, sin que el gobierno de Santos diga ni mu por defender la dignidad nacional.

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Es mejor relajarse, cogerla suave así sea por un par de días. Se necesita de mucha anestesia para superar tanta desdicha. Lástima que no todos tengan la oportunidad de escaparse de tan dura realidad: mientras unos pocos podemos abstraernos del horror, la gran mayoría padece necesidades infinitas.

¡Ay, mi Colombia querida, quisiera que hubiere esperanzas para ti! Por estos días pensaré que sí y luego despertaré del sueño y seguiré luchando para que sea así. Si se le pone suficiente corazón, incluso, se puede cosechar en el desierto.

La ñapa: ¡Qué hermoso programa, La Voz Kids! ¡Bien por Caracol Televisión!

abdelaespriella@lawyersenterprise.com

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