Sigue la farsa del juicio a Uribe

La cantidad de triquiñuelas que se han visto en este litigio, más parecen de una película de espionaje que de un juicio regido por las normas del Derecho y el debido proceso.

Cuando uno ve las alocuciones presidenciales de Gustavo Petro, no puede menos que sonreír ante las peroratas de este mentecato cantinflesco que padece de un evidente síndrome de Hubris y una logorrea incurable espoleada por un trastorno psiquiátrico que lo hace creer que sabe de todo, vomitando en un solo sermón decenas de cosas revueltas y, a menudo, equivocadas. En una sola monserga se despacha sobre La vorágine, Cien años de soledad, la esclavitud, la teoría cuántica, los algoritmos, Stephen Hawking y todo lo que se le venga a su mente trastornada.

Por eso, Petro no mete miedo ni cuando les pide a sus huestes salir a la calle. Nadie lo hace, nadie lo obedece. Cada vez aparecen más adeptos que se le bajan del bus, incluyendo a su coequipera Francia Márquez. Entonces, uno no ve por dónde pueda Petro meter la cabeza en su propósito de no ceder el mandato en el 2026. Pero si miramos en conjunto al Pacto Histórico, ahí la cosa cambia.

Es que, en realidad, la izquierda no se circunscribe solo a dicho Pacto. No, la izquierda está bien entronizada en todo el tejido social, no solo en esas ‘instituciones’ a las que ha pertenecido por antonomasia, como las guerrillas, los sindicatos, las universidades públicas, etc., sino que ha permeado un gran número de sectores sociales que le eran ajenos, como la Iglesia, los medios de comunicación, las universidades privadas, las Fuerzas Militares y el aparato judicial.

Un ejemplo bastante inquietante es el juicio a Álvaro Uribe porque la cantidad de triquiñuelas que pueden verse en su desarrollo, y seguirse en vivo por internet, corresponden más a una película de espionaje que a un pleito legal regido por todas las normas del Derecho y el debido proceso. Lo visto tan solo la semana anterior es como para espantarse de nuestra administración de justicia y del poder de la izquierda como titiritera de nuestras instituciones.

Las irregularidades pululan, pero la juez parece no darse cuenta. Por ejemplo, Iván Cepeda le señaló un respuesta a Deyanira Gómez —exmujer de Monsalve, conocida como la “médica de las Farc”— mostrándole dos dedos y, al día siguiente, le hizo señas de hacer silencio o no contestar a Juan Guillermo Monsalve, sujeto al que también le sopla respuestas un guardián tras atender el teléfono. En los recesos, a Monsalve se le ha permitido usar audífonos, a pesar de que es previsible que a través de ellos reciba  instrucciones. No obstante, a casi todas las preguntas contesta que no recuerda.

Como si fuera poco, un sujeto le trae un portátil abierto a la fiscal; se lo recibe el abogado de Cepeda, Miguel Ángel del Río, quien se lo pone al frente a la señora mencionada. Lo más extraño es que, en un receso, esta mujer pasa por detrás de un supuesto delegado de la Procuraduría y disimuladamente deja caer un papel que el sujeto recoge y guarda. Mejor dicho, se pusieron el juzgado de ruana y la juez dizque no se dio cuenta de nada.

Pero la mayor irregularidad de todas es haber admitido a Juan Guillermo Monsalve como testigo ‘estrella’ contra el expresidente Uribe cuando todos sus dichos están basados en una gran mentira como la de haber sido paramilitar, cosa de la que hasta su familia lo desmiente. Cepeda aduce que la familia del testigo fue amenazada para ocultar el pasado de Monsalve, pero ni la jurisdicción de Justicia y Paz ni el tribunal de Justicia Especial para la  Paz (JEP) lo admitieron en sus procesos por no haber logrado demostrar su pasado como paramilitar. Esto hubiera bastado para que se cayeran sus señalamientos sobre paramilitarismo en la Hacienda Guacharacas cuando pertenecía a los Uribe.

En cambio, Monsalve está pagando penas de más de 40 años de prisión por extorsión, secuestro y asesinato. Este angelito ha sido visitado por Cepeda, en la cárcel, al menos siete veces, además de que tenía un celular en la celda para comunicarse con el senador en cualquier momento. Y desde que Monsalve aceptó ser testigo contra Uribe ha recibido múltiples beneficios, como pasar de una fría celda a una casa fiscal en la cárcel, donde puede hacer fiestas y recibir visitas, o que su familia haya recibido dineros de una fundación de la que es aportante Cepeda. Por cierto, nunca conocimos los chats entre Monsalve y Cepeda porque a este se le cayó el teléfono y ‘se le borraron’. En su momento, la Corte Suprema de Justicia avaló tan absurda excusa.

Pero cuando a Iván Cepeda le preguntaron la semana anterior, bajo juramento, si le consta que Álvaro Uribe participó en la conformación del Bloque Metro de las Autodefensas, dijo “No”. Fin de la farsa, aunque de una justicia politizada cualquier cosa se puede esperar.

Por: Saúl Hernández Bolívar – @SaulHernandezB

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