Petro es perfectamente capaz de muchas locuras, hasta convertir a Colombia en otra sociedad de zombis condenados a hacer fila para reclamar una cajita de comida.
Por: Saúl Hernández Bolívar
No nos podemos cansar de repetir que las propuestas alocadas que hace Gustavo Petro en materia económica, no son simples disparates de populista irredento pues, en realidad, él es un conocedor de la materia. La verdad es que con estas propuestas pretende llevar el estado de la economía colombiana al abismo, que es lo que siempre han hecho las aventuras comunistas en donde se han implementado.
No hay un solo experto que no se haya pronunciado en contra de la idea que ha lanzado el candidato Petro de cancelar los contratos de exploración petrolífera, en el entendido de que eso sería desastroso porque Colombia es un país sumamente dependiente de la explotación de hidrocarburos a pesar de no ser un gran productor. Hay que ver que con lo «poco» que se produce, el país alcanza a atender su mercado interno y a exportar una buena tajada que significa altos ingresos para la nación. De hecho, se trata de nuestro primer producto de exportación, representando el 55% de todas nuestras exportaciones. Sobra decir que, al lograrse atender el mercado interno, nos ahorramos una buena cantidad de recursos que se requerirían para importar toda clase de combustibles.
No obstante, esa propuesta de Petro tiene aristas mucho peores como es la de la caída en la producción del gas. El solo pensar que el gas domiciliario aumentaría de precio hasta seis veces pone de manifiesto que esta propuesta es altamente lesiva para las clases medias y bajas, precisamente las que el candidato de izquierda dice defender. Luego, uno no entiende cómo las encuestas siguen señalando al ‘Señor de las Bolsas’ como el favorito para ocupar el Palacio de Nariño. ¿Acaso las gentes no se están dando cuenta a través de los medios de comunicación de la realidad que se esconde detrás de las ideas pérfidas de Gustavo Petro?
Es que ya va siendo hora de que muchos de sus seguidores dejen de comerle carreta a sus propuestas, incluso cuando estás vienen acompañadas de populismo medioambiental. Nuestro país apenas representa algo así como el 0,5% de la contaminación mundial de gases de efecto invernadero, así que si dejásemos de utilizar petróleo de un día para otro lo único que ello significaría sería un tremendo golpe a nuestra economía que agudizaría terriblemente la pobreza, mas no una reducción en gases contaminantes que pueda representar un claro aporte para salvar al planeta de los efectos del cambio climático.
DEL MISMO AUTOR: La Contraloría hirió de muerte a Hidroituango
¿Será que estamos tan mal como para creer que si el gas termina costando cinco o seis veces más tendrá que ser regalado por el Estado para que las personas no tengan que hacer un esfuerzo mayúsculo o volver a cocinar con leña? ¿Y que todo nos puede ser otorgado mediante subsidios del Estado y que por eso es conveniente votar por Petro? ¿De dónde surgirían los recursos para pagar esos subsidios o quién los pagaría? Ya sabemos que la gran mayoría cree que todo lo deben pagar los ricos, pero las propuestas de Petro acabarán tan pronto con nuestras riquezas que tampoco habrá quienes puedan considerarse como tales.
Hay quienes creen que estas propuestas de Petro no son peligrosas porque se trataría de cosas que no pueden llevarse a cabo, propuestas alegres para ganar el voto de un electorado preocupado por el tema medioambiental, pero que en el fondo no va a llevar a cabo nada de esto. Sin embargo, nadie podría estar tan seguro viendo el ejemplo de todo lo que se ha hecho en Venezuela. Petro es perfectamente capaz de llevar a cabo esta y otras locuras, hasta convertir a Colombia en otra sociedad de zombis condenados a hacer fila para reclamar una cajita de comida.
Por lo pronto, esperemos que el país vaya abriendo los ojos ante lo que se nos viene encima. No podemos seguir engañados por un sujeto que a pesar de ser ateo es capaz de sentarse en las bancas de un templo a aparentar que ora fervorosamente, como lo hizo en la catedral de Jericó, Antioquia, con propósitos electoreros. A este paso, va a terminar el diablo haciendo hostias.