Por: Cecilia López Montaño
Los problemas de la Triple A siguen sin aclararse completamente. Mientras las responsabilidades de los socios españoles se siguen conociendo y van teniendo cada vez más consecuencias penales en España, las que corresponden a los miembros locales de la Junta de esta empresa no aparecen en ninguna parte. Estos son esos silencios que matan, porque en vez de aclarar situaciones se abren espacios para la especulación, que termina con frecuencia siendo más dañina que la verdad, por dura y cruel que sea.
Claro que no es fácil explicar cómo Barranquilla, la ciudad donde sus miembros locales han desarrollado su vida, pierde su participación accionaria en la empresa de servicios públicos por excelencia en la ciudad. Peor aún la forma como sucedió esta absurda descapitalización. Ya han sido identificados como culpables los alcaldes de la ciudad que permitieron este desfalco que favoreció a varios destacados personajes, pero lo que nunca se ha discutido suficientemente es cómo en las administraciones locales que siguieron no se hizo nada para revertir esta situación.
Creo que la ciudadanía de Barranquilla se merece una aclaración sobre la permanencia de su principal empresa de servicios públicos en semejante posición tan débil sin que se actuara por parte de los responsables, sus miembros de la Junta Directiva, de manera que se buscara reparar el daño hecho a la Triple A. Despilfarro con sus recursos por parte de sus socios españoles han sido denunciados por la prensa local y obviamente se produce la indignación. Pero en esos momentos, ¿qué pasaba con los otros miembros de la junta?, que si la justicia española no denuncia estos procedimientos, nada se sabría.
Por ello vale la pregunta sobre la visita a Barranquilla de los delegados de la investigación en España: ¿no encontraron nada que involucrara a otros miembros de la Junta? Si esto es así, que se diga para salvar la reputación de connotados personajes de la ciudad, y si dijeron otra cosa también es fundamental que se conozca. La ciudadanía tiene derecho a saber toda esta triste historia que, por el hecho de reproducirse en muchas empresas del Estado, no se puede justificar el silencio que mata.
No es posible que gran parte de esta corrupción que carcome a la sociedad colombiana se siga explicando porque un escándalo mata al anterior y todo va quedando en la nebulosa hasta que desaparece de la mente del público y, desafortunadamente, pareciera que también de la conciencia de los responsables. Ahora la represa de Hidroituango es la crisis del día y pareciera que todo lo demás dejó de importar. A todos nos duele lo que allí pasa, por la población afectada, por EPM, empresa que ha sido modelo en el país, por el pueblo antioqueño que está sufriendo semejante problema cuya amenaza de convertirse en algo aún más grave, no desaparece del todo. Sin embargo, es fundamental que esta tragedia no nos desvíe de lo que nos corresponde como barranquilleros.