¡Sin duda con Petro Gaitán vive!

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La memoria de Gaitán está hoy más viva que nunca y no porque un grupo de “Pájaros” modernizados usen su nombre de forma abusiva e ignorante para cometer crímenes y fechorías, ridiculizando con su actuar el verdadero legado.


Por: Wilmar Vera Zapata

Conservo con cariño el carné del Partido Liberal de mi abuelo, Carlos. En esa cartulina amarillenta se ven tres imágenes: la de Rafael Uribe Uribe, la de Jorge Eliécer Gaitán y la de un joven de 21 años, de pelo engominado y línea de bigote delgada, cual actor de cine mexicano. Eran los años 50 y el joven ciudadano sabía que portar ese carné era una invitación a que ser asesinado por las hordas conservadoras del Suroeste antioqueño tan comunes en la época.

Es más, en dos ocasiones se salvó del corte de franela porque no lo cargaba, mi abuela Rosa se lo había quitado, según relataban las leyendas familiares.

Como millones de colombianos, soy heredero de la violencia que germinó tras el magnicidio de Gaitán y aunque esa vorágine de sangre no anegó a la familia, sí pudimos ver sus efectos en otros allegados y personas cercanas.

Ser testigos también nos hizo otra clase de víctimas.

Ayer se conmemoraron 75 años del asesinato del Caudillo del Pueblo y fue otra oportunidad para destacar su papel del y develar, una vez más, las teorías sobre su crimen, así como los responsables.

La memoria de Gaitán está hoy más viva que nunca y no porque un grupo de “Pájaros” modernizados usen su nombre de forma abusiva e ignorante para cometer crímenes y fechorías, ridiculizando con su actuar el verdadero legado. Es como si Andrés Pastrana tuviera una fundación de ayuda a niñas huérfanas, María Fernanda Cabal fungiera de inteligente o Iván Duque posara de estadista.

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¡Sin duda con Petro Gaitán vive!

Ridículos.

Hoy el legado se ve en la esperanza de que una nueva era se instale en Colombia. Tras 20 años de narco paramilitarismo enquistado en el Estado, además otras décadas del nuevo Frente Nacional disfrazado, la consolidación de un gobierno progresista que dure tres o cuatro periodos sería lo ideal para sacarnos de la Edad Media a la que nos condenaron los “dueños” del país: los grandes conglomerados económicos, titiriteros del poder político, que actúan para su particular beneficio bajo la pantalla de “intereses supremos de la patria”.

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Los ataques de la prensa hegemónica, como el editorial de este portal la semana pasada, en la que prácticamente culpa a Gustavo Petro de no tener una infraestructura adecuada para sumar el turismo como un motor de desarrollo nacional, amén de otros bulos malintencionados, demuestran que los de siempre no van a soltar la ubre tan fácil. Eso sí, convenientemente “olvidan” estos palangristas de oficio que, si somos un país atrasado, poco atractivo para los turistas y con unas vías propias de la Colonia, se debe a que sus dirigentes (liberales, conservadores y demás travestidos politiqueros) no han estado a la altura de las necesidades y solo cuidan los proyectos que benefician a sus parcelas, inversiones y haciendas.

Ahí están varios ejemplos: desde un aeropuerto internacional construido con miseria y complejo de inferioridad, pasando por el plan de puerto sobre Urabá ubicado entre fincas de los grandes terratenientes y exportadores de banano, que son los dueños del poder político del departamento, hasta la perpetuación de la guerra porque para la élite es un excelente negocio. Claro, como sus hijos no la pelean, que se maten los pobres, fábricas permanente de “máquinas de guerra”…

El legado de Gaitán está en la esperanza de un gobernante que no es perfecto, que no es el nuevo mesías esperado ni le salen rayos salvíficos de su corazón palpitante, como ese otro redentor de traquetos, corruptos y ladrones de cuello blanco. Gaitán vive en las esperanzas de los más necesitados que desean con ansia la llegada de los cambios y que, por desgracia, son lentos como la Justicia para las víctimas.

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A Gaitán los conservadores filonazis, liderados por Laureano Gómez, así como los liberales oligárquicos, a los que le arrebató las ideas de progreso e igualdad, lo señalaron de enemigo público, de cáncer para la “gente de bien” de la época. Por eso, entre sus asesinos están los mismos que dieron la orden de machetear a Rafael Uribe Uribe y que señalaron desde las tinieblas del establecimiento a Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal, Carlos Pizarro Leongómez o Bernardo Jaramillo Ossa para ser inmolados en la “democracia más antigua y sólida del continente”. Y lo peor es que esos criminales siguen ahí y tienen un nuevo objetivo: el presidente Gustavo Petro.

Petro retomó algunas ideas de Gaitán, donde se podría resumir su ideario en que para Colombia lo más beneficioso es que el pobre sea menos pobre y el rico menos rico. Es justicia social, no justicia revolucionaria. Y por eso, ante los avances silenciosos de la “oposición” inteligente que miente a diario, exagera lo malo del gobierno y olvida lo bueno que pueda hacer, se levanta la sombra de los de siempre que, ante la amenaza a sus intereses, amenazan con facilidad pasmosa y cómplice de la Fiscalía al primer mandatario.

A Jorge Eliécer Gaitán lo mató una conjura de líderes liberales y conservadores con el apoyo de EEUU, curiosamente los mismos enemigos que hoy tiene Petro. Dos hombres destinados a cambiar la Historia de Colombia que ojalá, como ella misma nos enseña, no vayan a terminar hermanados en la desgracia y la muerte…

Ñapa: la próxima semana se reinicia el juicio por el asesinato del periodista Eliécer Santanilla, en Armenia, ocurrido en diciembre de 2021. ¿Temblará de susto las altas cumbres del poder regional o seguirá en la impunidad un crimen que sólo a sus familiares y amigos importa? Claro, como era periodista de provincia, su caso no moja prensa ni merece pronunciamiento de los colegas…  #JusticiaParaElicerSantanilla

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