Sin talla mundial

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Aunque el técnico Pekerman nos había llevado a dos mundiales (2014 y 2018) y había puesto a jugar a la selección de una manera diferente, los directivos de la Federación Colombiana de Futbol decidieron sacarlo para contratar a un nuevo técnico que no tenía los pergaminos ni el conocimiento de nuestro fútbol para hacerlo. (sin talla mundial)


Por: José Miguel Santamaría Uribe

Vale la pena hacer un recuento de la cantidad de errores y problemas que giraron en torno a la selección colombiana de fútbol para que terminara eliminada del mundial de Qatar 2022 ya que tiene muchísimas similitudes con nuestro acontecer nacional. Mejor dicho, la selección es el reflejo del país.

Lo primero que debemos entender es que no somos potencia futbolística. Aunque tengamos algunas figuras que juegan en el exterior y hacen un buen papel en sus equipos, nos falta mucha moña para estar a nivel de Argentina o Brasil, inclusive países como Uruguay y México nos llevan años luz en calidad y desempeño.

Aunque el técnico Pekerman nos había llevado a dos mundiales (2014 y 2018) y había puesto a jugar a la selección de una manera diferente, los directivos de la Federación Colombiana de Futbol decidieron sacarlo para contratar a un nuevo técnico que no tenía los pergaminos ni el conocimiento de nuestro fútbol para hacerlo. Ni siquiera tenía el idioma para hablar con los jugadores.

Esto es un claro ejemplo de cómo truncar un proceso exitoso por seguramente presiones y prebendas de algunos dirigentes. Temas parecidos pasan a diario en nuestro vivir: se nombran funcionarios por recomendación sin importar el resultado que vayan a dar o que terminen sacando a uno que esté dando la talla.

Cuando se hacen las convocatorias de los jugadores prevalecen las presiones y recomendaciones. Sabemos que el paso por la selección de cualquier jugador aumenta su precio en el mercado. Muchos dirigentes tienen intereses. Adicionalmente en las concentraciones se crean falsos liderazgos que llevan a la indisciplina, reflejo de eso fue lo ocurrido en el mundial de Estados Unidos 1994 cuando llegamos de favoritos y salimos con el rabo entre las piernas: pero las fiestas y bacanales en la concentración sí fueron de talla mundial. Los colombianos somos propensos a no mantener los estándares en los procesos exitosos. Por eso salen mal las licitaciones, elegimos a los corruptos, etc.

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A mitad del proceso de clasificación cambiamos de técnico. Era necesario. Lo malo fue que la escogencia volvió a ser equivocada. Por presiones o por cualquier otra razón se contrató un técnico que estaba fallando en Chile. Obviamente tenía que salir mal. Lo primero que aspiramos los colombianos es que renuncien los dirigentes de la Federación. Seguramente no lo harán, pues, como nuestros políticos, se aferran a sus cargos sin pena, así sean corruptos, inmorales o incompetentes. Siempre todo ocurrió a las espaldas, este fue el gran legado del expresidente Ernesto Samper para el país.

Por último, pasa en la selección lo que siempre terminamos haciendo los colombianos que es mirar cómo solucionamos todos los errores en el último minuto, cuando las posibilidades de sacar el proceso adelante son mínimas y no dependen ya de nosotros si no de terceros. Y pasa lo que tiene que ocurrir, fallamos.

Somos los reyes de la chambonada. Nos acostumbramos a vivir así, a solucionar los temas importantes del país a las patadas, a elegir a los incompetentes porque son queridos o nos ayudan con una vuelta, a preferir al amigo mañoso que al ejecutivo exitoso.

Y así estamos para estas elecciones presidenciales, mirando cómo no perdemos el país, cómo salvamos la democracia, las libertades, la propiedad privada y el desarrollo económico que está en riesgo por cuenta de unos dirigentes que no han estado a la altura, que llevan mamando del Estado sin importar las consecuencias por más de 30 años. Dirigentes que por un Premio Nobel decidieron regalar el país a terroristas y violentos. Esperemos que, como la selección Colombia nos lo demostró, no sea demasiado tarde.

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