Sueño un país sin dueños

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Lo que se necesita hoy es empresarios con Colombia en el alma, porque ya vivimos lo que sucede cuando esto no se da. Perdimos Avianca, nuestra aerolínea, la segunda más antigua del mundo.


Por: Cecilia López

Lo que se necesita hoy es empresarios con Colombia en el alma, porque ya vivimos lo que sucede cuando esto no se da. Perdimos Avianca, nuestra aerolínea, la segunda más antigua del mundo. Sí, el nombre sigue, pero ya no es un orgullo colombiano porque el interés extranjero abandonó a nuestra gente. 

Colombia no debe seguir siendo el segundo país más desigual de América Latina como tampoco pueden ser los sectores de alto ingreso los más insolidarios de la región. Cambiar esta vergonzosa realidad debe ser la prioridad del Estado, pero también, del empresariado, de todos aquellos que manejan los hilos del poder político y económico del país. Lo que debería ser el punto de partida del debate presidencial en vísperas de un cambio de gobierno; el momento de hacer un análisis sincero para quienes juegan un papel crucial en la economía colombiana. Este es un llamado a los grandes grupos empresariales, definitivos para lograr este propósito. 

Lo que se necesita hoy es empresarios con Colombia en el alma, porque ya vivimos lo que sucede cuando esto no se da. Perdimos Avianca, nuestra aerolínea, la segunda más antigua del mundo. Sí, el nombre sigue, pero ya no es un orgullo colombiano porque el interés extranjero abandonó a nuestra gente. ¿Y qué tal Semana? Otra gran perdida nacional, pero en manos colombianas. Un perfecto ejemplo de lo que sucede cuando el poder económico, el político, o el que sea, es el único propósito de una actividad. Por esto, la negociación de Nutresa y el grupo Sura es muy preocupante. ¿Vamos a dejar que nos pase lo mismo? 

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Como pocos, este grupo cree en la democratización del capital, y a pesar de tener empresas multilatinas, ha mostrado que su corazón sigue siendo muy colombiano. Hoy, estas empresas se enfrentan a lo que los expertos llaman una OPA hostil porque en vez de acuerdos previos sobre precios y condiciones lo que recibieron fue una gran sorpresa. Si bien es cierto que los negocios son de oportunidades, no todas son buenas y no todos los inversionistas son los adecuados. Esto último hace el tema aún más complejo porque globalizarse sí, de acuerdo, pero con empresas que desde Colombia se extiendan al mundo y no al revés. Y capitalismo sí, pero ese que distribuye, que compite internacionalmente, y que además de generar empleo digno también construye sociedad y democracia. 

Un momento crucial para el país y su gente, incluidos sus dirigentes. Colombia no puede seguir teniendo dueños, y aunque ya existen, no se necesita ni uno más porque esa es la mejor forma de derrumbar el sueño de ser una nación moderna, dinámica, democrática, justa, con oportunidades reales para todos y no solo para unos cuantos. Es evidente que necesitamos al sector empresarial, pero uno que entienda el momento histórico actual y que contribuya a romper el círculo perverso de más riqueza y más desigualdad. El sector privado no puede ignorar la enorme responsabilidad que tiene con Colombia, un país cuyo gran pecado es el de permitir que pocas personas o familias acumulen riqueza. 

Para la muestra un botón; Avianca y Semana son el mejor ejemplo del gran costo que tiene el perder sectores que afianzan nuestra identidad; dos empresas que sirvieron a los colombianos en momentos buenos, malos, críticos, y hasta normales. Nutresa y el grupo Sura son parte de esa identidad, son ejemplo del arraigo paisa, de la fuerza de una región que empuja y jalona al resto. Este grupo lleno de dueños no puede terminar en manos de uno solo.

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