Táctica y estrategia

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Implementar acciones impulsivas de forma desagregada y reconfigurar la estructura en tiempos de crisis es una fórmula nefasta que con seguridad conducirá a las empresas a equívocos que podrían ir al traste con su sostenibilidad institucional.


Por: Felipe Jaramillo Vélez

En tiempos de dificultades, hacer muchas cosas no siempre será una muy buena idea.

En momentos donde todo pareciera estar revuelto, las ideas se agotan y por ello se hace necesario reclutar a todas las cabezas de una organización para crear muchas más acciones, en lo posible agresivas, creativas y disruptivas.

Pareciera resultar ser el camino expedito para salir avante de las dificultades, sin embargo, si volviéramos a las aulas de clase, a una cátedra de administración básica de primer semestre, quizás nos podríamos encontrar con una mejor alternativa para dar cara a los problemas.

Cuando se habla de táctica y estrategia, muchos evocarán al poeta Mario Benedetti y otros tantos quizás a Sun Tzu o a Maquiavelo, referentes que no resultan ser equívocos cuando lo que se quiere es alcanzar un objetivo de forma lógica, con el menor grado de incertidumbre posible.

La estrategia, si recordamos aquellas lecciones de clase, hace referencia a una mirada macro que se enfoca en establecer el qué quiero lograr como un fin último, representada esta en un par de palabras muy concisas a través de las cuales pueda fijar en la cabeza de todos los colaboradores de la organización cuál es ese el gran objetivo a alcanzar.

Mientras que la táctica por otro lado deriva de acciones que dan respuesta a la pregunta del cómo voy a hacer para alcanzar esa gran meta, estableciendo con ello cuáles serán las herramientas o las armas con las que me voy a enfrentar para poder superar a mi enemigo.

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En el caso del poeta la forma de llegar a que un día el amor de la vida, sin saber como ni con que pretexto al fin lo necesite.

Implementar acciones impulsivas de forma desagregada y reconfigurar la estructura en tiempos de crisis es una fórmula nefasta que con seguridad conducirá a las empresas a equívocos que podrían ir al traste con su sostenibilidad institucional.

En tiempos de crisis debe primar la razón sobre la intuición, en momentos atípicos se hace necesario apelar a conceptos de tipo técnico, a datos reales, a históricos, a análisis de escenarios y lecturas amplias del entorno para poder realizar con ellos una prospectiva basada en un plan, en uno solo, evitando con ello estar saltando una y otra vez a la deriva sobre carbones hirviendo, procedentes estos de la implementación de tácticas impulsivas sin estrategia.  

En tiempos de crisis conviene detenerse primero un momento y elaborar un plan, uno que con seguridad se cambiará mil veces, pero que aún así servirá como una referencia iniacial con la que con seguridad se podrán evitar reprocesos en los que se consuman recursos cuantiosos y esfuerzos humanos descomunales, que a la postre solo terminarán generando frustraciones a toda la organización.

De todo esto, de tiempos enrarecidos debería quedar para todos como enseñanza que siempre primero se hace necesario pensar para después actuar y no por el contrario salir como locos a poner piezas diversas en un rompecabezas que nunca se terminará de armar en tanto para el nunca existirá un marco real que lo soporte.

Siempre conviene darle el veradadero orden a las cosas, por eso esta columna no debería de llamarse táctica y estrategia, sino todo lo contrario: estrategia y táctica.

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