La coexistencia del narcotráfico y la sociedad colombiana

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Colombia ha padecido el flagelo del narcotráfico por mas de 30 años y absolutamente todas las consecuencias han sido negativas. El daño social es gravísimo, a veces pareciera irreparable y lo peor de todo, es que esas marcas de la ilegalidad aún permanecen intactas en la sociedad y se siguen propagando a través de las nuevas generaciones. Las novelas, series, música y otras formas de exhibición han seducido a muchos para que busquen la vida fácil; yates, aviones privados, apartamentos lujosos, mujeres exuberantes y toda clase de extravagancias y vida banal.

En ciudades como Medellín y Cali es donde mas claramente se puede observar como aún tiene gran presencia el narcotráfico y toda su actividad, por algo en esas zonas operan los mayores carteles de narcotráfico del país. Eso no quita en ningún momento que otras ciudades tengan dicha maldición en su diario vivir, pero funcionan como satélites de las principales estructuras criminales. Por ejemplo, en Cartagena, se puede concentrar todo el gasto excesivo de la clase mafiosa colombiana e incluso internacional. Se volvió estándar que cada semana lujosos yates den vueltas a la bahía de Cartagena y viajen hasta Cholón mientras todos sus tripulantes se embriagan. Luego esas fiestas terminan en apartamentos que cuestan mas de 1 millón de dólares con grandes provisiones de droga y muchas veces con prostitutas.

El Estado colombiano está fallando de gran manera al no investigar a las personas que tienen vidas extravagantes y no tienen trabajos reconocidos, ni herencias o inversiones visibles y legales. No se entiende como no cuenta el gobierno con una central de inteligencia que monitoree a personas del Sisbén que terminan comprando casas de 1000 y 2000 millones de pesos; a quienes tienen dos y tres carros que entre ellos suman 900 millones de pesos; a supuestas modelos que tienen vidas de actriz americana y no le dan un golpe a la tierra, además de viajar semanalmente a Miami, Panamá, Dubái, Madrid, entre otros. Ya es claro que muchas supuestas modelos han caído con cargas de drogas, con sus novios narcotraficantes y claramente también por ellas han caído muchos de ellos, como lo fue el caso reciente de la presentadora de sábados felices Vaneza Pelaez.

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Hoy la economía de varias ciudades se está moviendo gracias al narcotráfico; se construyen y construyen edificios, oficinas, mall’s comerciales y grandes condominios, donde todo absolutamente todo se vende. No puede ser normal que el Estado colombiano permita que lleguen personas con uno y dos maletines llenas de dinero a comprar vehículos, propiedades y negocios sin conocer el origen de esos recursos. No se están investigando a centenares de restaurantes y discotecas que claramente son lavaderos, además de como van en incremento descontrolado los prostíbulos 24 horas en ciudades como Medellín, Cali, Cartagena y Bogotá.

Por eso es que hoy en Colombia son pocos los que pagan impuesto, por eso es que la mafia y todas sus estructuras nunca se acaban. Están muy enquistadas en la sociedad, se convive con esas estructuras y nadie se atreve a desmantelarlas. La policía y los esfuerzos del Estado están concentrados en el vulgar raponero y vendedor de drogas de esquina.

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