El Grupo Ecopetrol, a través de su filial Cenit, anunció avances concretos en el desarrollo del Terminal de Almacenamiento Operativo (TAO) para gasolina de aviación en el Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá.
El proyecto, que contempla una inversión y obra de gran magnitud, está previsto para entrar en operación en el segundo semestre de 2027, aunque aún no se conocen detalles sobre su financiación se estima que ronda los US$40 y US$50 millones.
El TAO promete ser un punto de inflexión en la logística energética del país, al permitir el almacenamiento de hasta 150 mil barriles de Jet A1 —el tipo de combustible usado por la aviación comercial— en tres tanques nuevos conectados directamente al sistema de poliductos del país.
Esto, en teoría, garantizaría un suministro más seguro y constante para El Dorado, cuya demanda pasaría de 24 mil a 31 mil barriles diarios, según las proyecciones de Cenit.
Sin embargo, esta no es la primera vez que se anuncia una mejora “estratégica” para el aeropuerto capitalino, y más de un experto en transporte aéreo recuerda con escepticismo proyectos similares que se han quedado en promesas o han sufrido múltiples retrasos por razones técnicas, ambientales o burocráticas.

Una obra ambiciosa de Ecopetrol con impacto ambiental y urbano
Más allá del simple almacenamiento, el proyecto incluye la construcción de una nueva derivación del poliducto Mansilla–Puente Aranda, denominada Fontibón–Eldorado, con una extensión de 2,8 kilómetros.
También contempla el abandono técnico del antiguo jetducto Puente Aranda–Eldorado, una infraestructura cuya obsolescencia ha sido tema de debate en el sector energético.
La expectativa de Ecopetrol es que, una vez operativo, el nuevo sistema contribuya a reducir 1,3 millones de toneladas de CO₂ equivalente, principalmente por la eliminación del transporte de combustible por camiones. Este argumento ha sido bien recibido por sectores ambientalistas, aunque también se advierte que una reducción de emisiones solo será efectiva si se complementa con cambios estructurales en el consumo y eficiencia del combustible, algo que aún no está garantizado.
Además, uno de los aspectos más destacados es que la nueva infraestructura eliminaría una interferencia técnica con el trazado del Regiotram de Occidente, el tren eléctrico de cercanías que conectará Bogotá con municipios como Facatativá y Mosquera. Esta articulación entre proyectos es clave para evitar retrasos y sobrecostos, pero no deja de ser una deuda histórica que apenas se empieza a saldar.
Ecopetrol y Cenit aseguran que cuentan con la aprobación parcial de la licencia ambiental otorgada por la ANLA, lo que en términos regulatorios es apenas el primer paso en una carrera de obstáculos que en Colombia suele tomar años.