Todo bien, pero… desempleo, mal

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Es hora de entender muy bien lo que está sucediendo.


Por: Redacción 360 Radio

Cualquier analista desprevenido quedaría desconcertado si escuchara a los economistas del Gobierno y el sector empresarial cuando presentan la situación actual de la economía colombiana.

Para ellos, la economía está muy bien: el 3 por ciento de crecimiento es el mejor de América Latina, y esto se interpreta como un éxito a pesar de estar lejos de un crecimiento promedio histórico del 4 por ciento que registró el país y con el cual quedaron grandes problemas sin resolver. Pero, más aún, según ellos, el déficit en la cuenta corriente –el más alto de la región latinoamericana– y la inflación –que ya llegó prácticamente al límite señalado por el Banco de la República– tienen grandes atenuantes, de manera que son descartados como problemas que debían generar preocupaciones. Para completar este escenario feliz, el ministro de Hacienda acaba de afirmar que este trimestre, la economía crecerá 5 por ciento. ¿Milagro? Sin la menor duda.

Sin embargo, al mismo tiempo se reconoce que el problema del desempleo es el más grave que enfrenta la sociedad colombiana y el mayor desafío actual del Gobierno. Pero los análisis de las posibles causas no existen, y las soluciones que se plantean obviamente son de una superficialidad injustificable. Lo más serio es que, primero, no se explica cómo se pasa del éxtasis que genera el ‘bienestar’ de la economía a la crisis del mercado laboral y, segundo, las respuestas a este drama nacional para millones de colombianos las formulan principalmente los empresarios, las repite el Gobierno, y coinciden en lo mismo: reducir el costo de la mano de obra.

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Ya le han bajado el tono a echarles la culpa a los venezolanos, que registran un desempleo muy superior, pero no acaban de descartar del todo su contribución a las tasas de desocupación de dos dígitos. Lo obvio, que sería reconocer que el crecimiento no es para nada suficiente para generar la demanda de empleo requerida, le quitaría la felicidad al comportamiento de la economía, y esto se podría interpretar como críticas al Gobierno, que, obviamente, no es lo que desean hacer muchos analistas y empresarios.

¿No será que todos los estímulos y, más que esto, las señales que el Gobierno les ha dado a los empresarios –rebajas del IVA para los bienes de capital, reducción creciente en sus niveles de impuestos– están produciendo los efectos contrarios a lo que se plantearon para justificarlos? Valdría la pena preguntarse si la política del Gobierno, al abaratar el uso del capital, en vez de generar empleo estimula el uso de este, y genera el fenómeno de ‘crecimiento sin empleo’. Y si esta posibilidad existe y, además, se alaba porque puede conducir a un incremento de la productividad, qué se hace con los millones de desempleados y desalentados que dejaron de buscar empleo. Como a los economistas no los trasnocha sino el comportamiento de los agregados macroeconómicos, quién se va a ocupar del drama que representa la situación de millones que no están generando ingresos para vivir.

Preguntas nada inocentes: ¿por qué no se trata de entender y explicar la relación entre la carita feliz de la economía y la muy triste del desempleo? ¿Por qué, lejos de entender lo que sucede y la historia del mercado laboral colombiano y sus políticas, solo se acude a la ya vieja estrategia de resolverlo todo empobreciendo más a la clase trabajadora? ¿O es que este gobierno, tan a favor del empresariado, cree que el piso de protección social, que nadie sabe muy bien qué es, cuánto vale ni cómo se va a financiar, sustituirá los ingresos laborales con limosnas del Estado? Es hora de ser coherentes: si la economía está tan bien como dicen y el trabajo, donde confluyen las políticas económicas y sociales, está mal, es hora de entender muy bien lo que está sucediendo. Mientras esto no se tenga claro, como lo reconoció hace rato el ministro de Hacienda, todas las propuestas para resolver este tema suenan, y de pronto son, traídas de los cabellos.

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