Todo por una placa

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A pesar de los esfuerzos que se han hecho, el sur del Atlántico sigue siendo una región pobre, con una educación de muy bajo nivel, y sin los bienes públicos que aseguren que todos tienen acceso a una vida digna. Por eso, para quienes conocemos a estas mujeres sin esperanza; a estos hombres sin posibilidades de ingreso; a esos estudiantes que no terminan bachillerato porque no tienen esperanzas, en fin, a los pobres del Sur, nos cuesta entender cómo se invirtieron 18.000 millones en un elefante blanco. Y seguramente el exgobernador Segebre lo hizo para dejar una placa con su nombre.

Entendemos que el gobernador Verano está haciendo lo posible para que ese sueño de la población sureña se cumpla, lo mismo que la actual rectora de la Universidad del Atlántico, Rafaela Vos. Pero caben muchas preguntas. ¿Cómo así que se invirtieron 18.000 millones de pesos sin tener el visto bueno del Gobierno para crear una nueva universidad en el sur del departamento? ¿Quién, entonces, autorizó esa inversión y con qué plata se hizo? Es decir, ¿de dónde salieron esos recursos? ¿De las regalías? Sería muy importante saberlo.

¿Quién determina las prioridades de inversión de los recursos públicos en este país? Cuando es el Gobierno central se habla de centralismo, que en Bogotá no conocen las necesidades de la población en las regiones. Pero resulta que este caso es paradigmático. Nadie mejor que la anterior administración departamental para entender la situación de esta parte del Atlántico. Disponían de estudios recientes que demostraban que era la atención básica, inclusive la de primera infancia, las que necesitaban con urgencia cobertura, en la segunda, y mejoras sustantivamente en calidad, en la primera.

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Los profesores de esa parte del departamento señalaban lo precarios que eran los recursos, para que al menos en los niveles más bajos se tuviera una educación de buen nivel. Pero no, lograr eso no es visible y solo se nota si es del caso, a largo plazo. Daba sin duda mucha más recordación una placa con el nombre del gobernador Segebre, que pasaría a la historia como el primer creador de una universidad en estos municipios pobres. Perfecto, si eso podía ser una realidad, pero resulta que se quedaron en los ladrillos y a eso llevaron al Gobierno central para que hoy haga el oso. Y seguramente esta decisión la tomaron en la región. ¿Quién o quiénes? Sería excelente saberlo.

Mientras a los autores de elefantes blancos, sean alcaldes, gobernadores, ministros y hasta presidentes, pasen por la vida pública sin que les pase nada, esta triste historia se seguirá repitiendo. Y las autoridades que los hereden se quedarán con el camarón de manejarlos. Pregúntenle a Eduardo y a Rafaela cómo lo ven.

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