Traición

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Por: Cecilia López


Cuando la lucha por el poder entre diferentes sectores que se mueven en este campo del liderazgo político no se fundamenta en ideales y en principios, termina simplemente en traición. Y de la traición surgen los odios, las prácticas perversas, las zancadillas y todo lo que puede clasificarse como simplemente malas prácticas. Esta idea se reduce entonces a la peor forma de luchar por un poder político que no responde a los intereses de sectores de la sociedad, sino a los objetivos personales de un individuo o de un clan. Esto es exactamente lo que está sucediendo entre Cambio Radical y los Char.

Ese grupo familiar que ha dominado la política de la Región Caribe logró ese nivel de poder en gran parte por su asociación con Germán Vargas Lleras, dueño y señor de Cambio Radical. Independientemente de los afectos y desafectos que genera, la verdad es que Vargas Lleras es uno de los políticos más astutos que tiene el país, y en eso le lleva años luz a los Char. No solo ha heredado –a veces sin razón– la fama innegable de su abuelo Carlos Lleras Restrepo, el presidente más valorado dentro de la tecnocracia colombiana, sino que además, en ese mundo tortuoso de la política colombiana, se mueve como pez en el agua.

¿Es entonces una lucha entre partidos políticos lo que genera esas diferencias entre el grupo de la Costa y Cambio Radical? Para responder esta pregunta lo primero que debe aclararse es a qué partido pertenecen los Char. Han pasado por varios, sin duda; algunas veces han estado más cerca al pensamiento liberal, incluyendo a Cambio Radical, pero siempre con coqueteos a la derecha que simboliza Uribe. Por consiguiente, es imposible afirmar que estas diferencias entre Vargas Lleras y los Char son realmente conflictos entre partidos. Son más bien luchas de poder por intereses particulares.

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Los hechos recientes en los cuales se dieron las diferencias fueron, en primer lugar, la desobediencia de los seguidores de la casa Char al mandato de Vargas Lleras de no apoyar el Plan de Desarrollo. Pero la segunda es de mayor impacto: el interés para quedarse con la presidencia de la Cámara de Representantes para el próximo período legislativo, y esta, la ganó Vargas Lleras.

Por la capacidad que tiene Vargas Lleras de moverse en las tortuosas aguas de la política colombiana y por ser claramente una figura nacional, esa pelea entre Cambio Radical y los Char puede terminar en una disputa entre toche y guayaba madura. Obviamente serían estos últimos los grandes perdedores, a menos de que abandonen de una vez por todas las ideas liberales y se unan de frente al Centro Democrático, alegando como justificación la supuesta traición de Cambio Radical; es decir, de Germán Vargas Lleras. Pero la pregunta de fondo es: ¿quién traicionó primero a quién? Qué lástima que sea la lucha personalista por el poder y no las ideas de sectores de la población las que dominen esta confrontación. Desafortunadamente, así se maneja la política en Colombia y, más aún, en la Región Caribe.

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