Un Gobierno de grandes hechos

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EDITORIAL

El presidente Iván Duque debe considerar abandonar las maneras políticas que buscan, en teoría, tener a todo el mundo contento y buscar siempre soluciones salomónicas poco eficaces; de lo contrario pasará a la historia, como lo viene siendo hasta ahora, como un presidente de transición, un mandatario sin mayor relevancia en la historia política de Colombia.


El Centro Democrático duró aproximadamente seis años y medio en oposición férrea contra el Gobierno de Juan Manuel Santos. Fueron bastantes años los que tuvieron para preparar su llegada al poder, fueron incontables las críticas que hicieron, los reproches y con un discurso que era bien conocido por la opinión pública.

Ha sorprendido, y de qué manera, que a la hora de llegar al Gobierno central al uribismo se le haya olvidado prácticamente todo lo que dijo durante las etapas legislativas y las campañas políticas en las que fracasaron y en la que en el 2018 obtuvieron la victoria.

Aunque Iván Duque fue muy sincero al decir que él no era un candidato de la derecha, cosa que se le aplaudió por parte de los sectores que se hacen llamar de centro, Duque representaba una candidatura contrapuesta a la de Gustavo Petro que era la extrema izquierda.

Duque llegó con una votación supremamente relevante, potencia por el pánico de los más de ocho millones de votos de la izquierda, sin embargo tenía gran legitimidad para gobernar y sacar adelante una ambiciosa agenda legislativa. El punto de inflexión está cuando se decide gobernar con o sin el Congreso, y hablando más claro, dándole participación a los partidos políticos en el Gobierno Nacional. Las lecturas son múltiples y no es el caso de entrar a evaluarlas, ni tampoco si es bueno o malo ese modelo político, lo cierto es que es el que tiene Colombia y con el que se ha gobernado en los últimos años.

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El presidente no pudo sacar su reforma a la justicia, una reforma que de por sí era ambivalente, inocua y no presentaba grandes cambios. No era lo que el país necesitaba y se la hundieron. Presentó una reforma TIC bien estructurada, carente en algunos puntos de más programas vanguardistas y liberales, pero también fue pospuesto por el Congreso de la República. Una reforma tributaria, o como se le denominó: Ley de Financiamiento, no fue lo que él quería y sufrió tremendas mutilaciones que cada congresista quitó de acuerdo a sus conveniencias y cada lobista actuó conforme a los pagos que ha recibido y por eso no se pudo hacer una reforma tributaria estructural que logre mantener varios años la estabilidad del país.

Iván Duque también ratificó varios funcionarios del Gobierno Santos. Sus políticas de seguridad no demostrado mayores cambios pues estamos en la continuación de una situación muy similar a la que afrontó el mandatario anterior mientras que la delincuencia en las ciudades sigue desbordada, el asesinato de líderes sociales se volvió sistemático; la extorsión, el secuestro son indicadores para nada alentadores, en especial cuando no parece haber un cambio en ese aspecto.

Duque tiene que aprovechar todavía estas primeras de cambio del año para reunirse con su equipo y con los partidos de Gobierno para plantear que el 2019 sea un año de soluciones grandes, de proyectos importantes, de propuestas que transformen el país, no solo ahora, sino en un periodo de cinco y diez años, pero tiene que sembrar las semillas ya. Además, él tiene que aplicar lo que dice en su discurso, cosa que ha sido analizada por la opinión pública y no sale bien librado y tiene que ser más vehemente en sus posiciones.

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Tampoco se entiende cómo se ataca Venezuela y se busca que caiga Nicolás Maduro pero se mantienen las relaciones diplomáticas con ese narco-gobierno. No se entiende por qué cede ante los nombramientos por darle gusto a la izquierda que perdió en las elecciones. No se entiende por qué no gobierna con su mismo partido y por qué cuando da participación la da mal y deja espacio para las críticas.

Duque tiene que ser consciente de que tiene en su manos las llaves de las elecciones dentro de tres años y medio cuando la izquierda populista vuelva y se presente a las elecciones y tenga gran posibilidad de ganarlas a no ser de que haga una gran presidencia, fuera de eso, tiene en sus manos su partido, el Centro Democrático, que se va a presentar este año a elecciones en octubre y va a ser la primera gran encuesta para este Gobierno, si a la bancada uribista le va mal, es que al presidente le está yendo mal y ese sera el reflejo popular, pero si le va bien podrá entender que en un mensaje de apoyo a su Gobierno.

Desde este medio de comunicación instamos al Gobierno a pensar más en grande, a ejecutar más en grande, a amarrarse los pantalones y poner posiciones más sólidas, a efectuar tareas conjuntas con todas las instancia del Estado, acabar de una vez por todas con la mesa diálogos del Eln que es una guerrilla que ha demostrado que solamente quiere la guerra, y deberá proceder con las capturas de los miembros de las Farc como ‘Iván Márquez’ y ‘El Paisa’ o en su defecto neutralizarlos, pues es claro que han abandonado el proceso de paz.

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