Un llamado al Gobierno Nacional

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EDITORIAL


Hoy 1 de septiembre, en nuestro Editorial, creemos importante hacer nuevamente un llamado al Gobierno Nacional para que, siendo ese gobierno tan amigo de los simbolismos, emita mensajes y señales de confianza, no solo para los mercados como lo mencionábamos en otro editorial, sino ahora más que nunca para los ciudadanos. 

Como medio de comunicación podemos recopilar permanentemente miles de comentarios de personas reales, en distintas noticias, foros, entrevistas y redes sociales, creemos que hoy es imperativo que las señales de estabilidad económica, seguridad jurídica, confianza en la inversión y sobre todo de que las reformas venideras sean compatibles con la coherencia, la libertad de mercado, con la propiedad privada y con líneas de trabajo que permitan una sana articulación entre todos los agentes de mercado. 

Ahora bien, la ciudadanía no puede caer en corrientes de pánico, no puede ser que ese aumento de investigaciones sobre cómo emigrar o invertir en otros países, una masiva venta de proyectos inmobiliarios y ventas de apartamentos. Si bien las cifras son privadas y no se pueden revelar por multiplicidad de factores que entendemos y respetamos porque creemos que deben permanecer en el ambiente la armonía y tranquilidad en la economía colombiana, hay que recurrir al instinto básico de los incentivos de la seducción y sobre todo de qué motiva a las personas. 

Una economía sana, creciente, incluyente y que genere valor es la que necesita Colombia.  Lo decía Mauricie Armitage, exalcalde de Cali, hay que crear y generar riqueza para poder repartirla, la pobreza no se reparte y no es justo ni mucho menos un buen fin, que se iguale a todos los ciudadanos por la línea de pobreza. 

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El gran esfuerzo que ha hecho Colombia devastada por los fenómenos de guerra, delincuencia, narcotráfico, Covid, entre otros, no puede quedar diezmado por cuenta de esas ventiscas que han estado en contra. Lo que requerimos ahora más que nunca es una unión de gobierno, de empresarios, de ciudadanos, para acordar la reforma tributaria, pero que sea una reforma que no castigue el ahorro, la inversión, que no sea confiscatoria. 

Todo lo contrario, que estimule la creación de más y mejor empleo, que fomente la creación de empresas, que no ataque al empresario y, sobre todo, que le de la tranquilidad a todos los colombianos de que su dinero está protegido, de que la propiedad privada se va a respetar. Lo que sucede en el Cauca es una mala señal y se tiene que detener. 

Por último, es imperante que los ministros, una vez nombrados con sus cuerpos y todos los enten hablen un mismo idioma y eso no significa que no exista la discrepancia, que se debe solucionar dentro del Palacio de Nariño, pero tiene que recibir el país mensajes coherentes de unidad, de trabajo y sobre todo mensajes positivos.

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