Un mensaje para Petro

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La desigualdad tan desastrosa de nuestro país no se resuelve solo con acciones en el campo social, que fácilmente terminan en asistencialismo.


Por: Cecilia López Montaño

Colombia, uno de los países más conservadores de América Latina, se enfrenta, por primera vez en su historia, a la posibilidad de tener como presidente de la República a una persona reconocida como militante decidido de la izquierda. Esta realidad que demuestran las encuestas, tiene al borde del colapso a esa élite recalcitrante que asocia esta tendencia con todos los demonios posibles. Pero, a su vez, los sectores de ingresos bajos, y para sorpresa de muchos, jóvenes de todos los niveles sociales, lo apoyan en manifestaciones públicas que los candidatos de sectores del establecimiento envidiarían.

Hasta los enemigos de Petro reconocen que su apoyo obedece al rechazo hacia esa clase política tradicional que ha abusado descaradamente de su poder, causando gran daño al país. Petro, para sus seguidores representa ese cambio que se está dando y que demanda el país, realidad que los otros candidatos presidenciales han decidido ignorar.

Nadie puede asegurar su triunfo, pero es pertinente que más que descalificarlo, sería importante enviarle un mensaje claro sobre muchas de sus actitudes y mensajes que, de llegar a la primera magistratura, ocasionarían graves problemas. Para muchos, más que sus ideas, lo que preocupa son esos rasgos de su personalidad que en medio de buenas ideas terminan en fracaso. Y antes de que, precisamente por esas razones, se vuelva inalcanzable, es bueno plantearle con claridad algunas verdades de apuño que él debe recordar.

Primero, y el más importante es que nadie, ni siquiera él con su súper ego, puede manejar nada de forma solitaria, menos en un país que vive un momento tan complejo.
Mucha gente valiosa comparte su compromiso con los sectores que poco se han beneficiado del desarrollo del país. Sin embargo, poco a poco lo van abandonando en puestos claves desde los cuales quisieron acompañarlo en su tarea cuando era alcalde, precisamente porque él se cree capaz de hacerlo todo a su manera, como la canción de Frank Sinatra. Si no logra consolidar un excelente equipo en todas las áreas, los problemas lo abrumarán y fracasará en su intento de cambiar esta sociedad. Lo grave es que no solo perderá él, sino 50 millones de colombianos.

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Segundo, hay que recordarle que no basta con hablar, sino mostrar resultados. Nadie le niega su capacidad oratoria que envidian sus competidores, pero lo que importa es lo que se hace, y eso implica tener clara una ruta de acción y, además, mostrar cambios rápidamente. ¿Qué tan coherentes son sus propuestas? ¿Reconoce Petro que hay una institucionalidad que hay que respetar y fortalecer? ¿Acepta que con la economía del país no se juega y que existen reglas básicas que en cualquier tipo de gobierno se deben cumplir?

La desigualdad tan desastrosa de nuestro país no se resuelve solamente con acciones en el campo social, que fácilmente terminan en asistencialismo, que alivia, pero no solo no resuelve el problema de fondo, sino que lo puede agravar.

La inclusión social y productiva de los sectores desfavorecidos en la ciudad y, sobre todo, en el campo, es la fórmula que implica combinar acciones de acceso a derechos con otras dirigidas a darles autonomía económica a la gente por medio de políticas públicas. Esta combinación de lo social con lo económico apenas se está empezando a reconocer como la vía para abordar eficientemente los desequilibrios que produce el modelo económico vigente. ¿Será que Petro la conoce?

Y tal vez el punto fundamental, como lo mencionó Cristina de la Torre en su reciente columna: ¿está o no de acuerdo Petro con lo que está haciendo Nicolás Maduro? Este es el punto neurálgico de toda la discusión alrededor de su nombre. Si esta posición suya no se aclara, sus buenas ideas se pierden. Claro que muchos estamos de acuerdo con que se necesita el nuevo catastro rural, también creemos en volver productivos a los campesinos y a los sectores marginados, es decir, salir del feudalismo al capitalismo. Sin embargo, si sigue tan ambivalente frente a las barbaridades de Maduro, a las dudas sobre su personalidad egocentrista se suma la imagen del horror de Venezuela. En esto y otros puntos, le falta a Petro coherencia que hace que muchas de las ideas que compartimos sectores progresistas, se pierdan en un mar de dudas. ¿Será que Petro escuchará? ¿O será que su acogida en plaza pública le acabó de subir su inmenso ego y ya no oye a nadie? Si es así, pobre Petro, y pobre país.

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Este es solo uno de los varios mensajes que se le quieren enviar a este candidato de izquierda, pero que muchos no se atreven a dárselo, no por miedo, sino para no perder su tiempo.

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