Vándalos y bloqueos

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Ha quedado demostrado que a los convocantes del paro les importan un comino la salud y la pobreza. Aglomeraciones como las del paro en medio del tercer pico de la pandemia son peligrosísimas.


Por: Rafael Nieto Loaiza

Diez días después del paro, es posible llegar a unas conclusiones:

La masiva participación ciudadana del 28 de abril fue espontánea. Los bloqueos, el vandalismo y los ataques contra la Policía y la infraestructura son planeados. Detrás de ellos hay bandas delincuenciales y milicias que, al mejor estilo chavista, operan de manera coordinada.

Cali, la tercera ciudad del país, y el Valle hoy están bajo sitio y sus habitantes, secuestrados. Hay bloqueos en los accesos y varios puntos dentro la ciudad. Los ciudadanos, desconcertados, asustados, impotentes. Hay desabastecimiento de alimentos, gasolina y de insumos médicos.

El apoyo militar fue pertinente. Le permitió a la Policía aliviar la carga, descansar, dejar a los soldados la guarda de instituciones claves. El general Zapatero se está jugando su reputación y la confianza ciudadana. Prometió desbloquear la ciudad en 48 horas y tal cosa todavía no ha ocurrido. Cada día que pasa el ciudadano ahonda en su desánimo y los comerciantes y empresarios en pérdidas que, en muchos casos, pueden quebrarlos. A Cali y el Valle hay que rescatarlos ya.

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Con acciones coordinadas, el Ejército en la retaguardia y la Policía enfrentando, hay que romper los bloqueos y capturar a los responsables y a quienes cometen actos de vandalismo. Y, de la mano de la Fiscalía, hay que llevarlos a la justicia. El mensaje de no impunidad es vital hacia el futuro.

Ha quedado demostrado que a los convocantes del paro les importan un comino la salud y la pobreza. Aglomeraciones como las del paro en medio del tercer pico de la pandemia son peligrosísimas. Y el paro, los bloqueos y los actos de vandalismo y delincuencia solo contribuirán a ahondar la crisis económica, el desempleo y la pobreza. No hay contradicción: la izquierda le apuesta al desempleo y la pauperización. Entre más desempleados y pobres haya, más terreno fértil tienen para su discurso de resentimiento, de odio, de lucha de clase, y más aceptación tendrán sus líderes populistas.

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Pero el vandalismo y el bloqueo han empezado a resentir a las mayorías silenciosas. Son pacíficas, honestas, trabajadoras. Y ha empezado a culpar a los organizadores del paro y a Petro de los problemas y padecimientos que están sufriendo. Por eso, el cachorro del socialismo del siglo XXI ha empezado a recular. Antes pedía “una marcha de” un millón de personas”, ahora “que en el momento en el que Gobierno decidió retirar la [reforma tributaria, el paro] debió frenar ahí”.

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