A partir del próximo 1 de octubre, los solicitantes de visa para Estados Unidos deberán asumir un costo más alto. El Departamento de Estado anunció la implementación de una nueva “tasa de integridad” de US$250 que se sumará al valor actual de los aranceles consulares, elevando el precio de la visa de US$185 a US$435. En términos locales, la cifra equivale a cerca de $1,67 millones al cambio actual.
La medida fue incluida en la One Big Beautiful Bill Act, una ley aprobada el pasado 4 de julio y firmada por el expresidente Donald Trump. Esta normativa contempla, entre otros puntos, ajustes fiscales, reformas en salud y nuevas políticas de seguridad fronteriza.
Solicitar la visa de EE.UU. será más caro desde octubre: precio llega a $1,67 millones
La tarifa adicional se aplicará a todos los extranjeros que soliciten una visa de no inmigrante, categoría que incluye a turistas (B-2), viajeros de negocios (B-1), estudiantes (F, J, M), trabajadores temporales (H-B, L, O), atletas (P) y religiosos (R).
No obstante, las visas de inmigrante, que permiten la residencia permanente en territorio estadounidense, no tendrán cambios en su valor. Tampoco deberán pagar la nueva tasa quienes ya hayan programado y pagado su cita antes del 1 de octubre.
Uno de los aspectos llamativos de la norma es que el Departamento de Seguridad Nacional podrá reembolsar los US$250 si el solicitante demuestra haber cumplido con todas las condiciones de su visa, como no exceder el tiempo autorizado de estadía o no haber trabajado sin autorización.
Por qué es importante: La llamada “tasa de integridad” hace parte de un paquete de 22 nuevas tarifas migratorias propuestas por legisladores republicanos en la Cámara de Representantes. El objetivo, según sus impulsores, es “incentivar el cumplimiento de la ley entre los visitantes extranjeros y reforzar la seguridad fronteriza”.
Sin embargo, el anuncio no ha estado exento de críticas. Para algunos analistas, la medida podría convertirse en una nueva fuente de ingresos para el Estado, pero también existe el riesgo de que tenga un impacto negativo sobre el turismo y los programas académicos internacionales, dos sectores que dependen de la llegada constante de extranjeros.
La diferencia de precios refleja cómo, además de la rigurosidad de los procesos de selección, el factor económico se ha convertido en una barrera adicional para quienes buscan oportunidades de viaje, estudio o trabajo en el exterior.
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