Vivir en el apocalipsis

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Podría resultar ser taquillero andar anunciando el fin del mundo o del apocalipsis. Podría generar cierto sentimiento de unidad, por encima de la política. Pero lo cierto es que todos los resultados dependen de la credibilidad reputación y serenidad de quien gobierna.

Editorial

El mundo lleva extinguiéndose desde hace más de 200 años, como si fuera el apocalipsis, y no precisamente por una acción ajena a la responsabilidad individual humana. Hemos poseído bombas nucleares capaces de destruir la tierra, quizá siendo esta el único seguro de vida de la humanidad, que nadie se atreve a detonar un artefacto de estos porque entiende que del otro lado también lo harán, y así esta humanidad se extinguirá.

Hemos tenido comportamientos antinaturales completamente autodestructivos, y lamentablemente la humanidad pareciera encantada al vivir en permanente conflicto. Las amenazas externas ambientales siempre han estado ahí, y siempre serán un problema. Al igual que también es una oportunidad para atenderlas con tiempo, prevenir, mitigar y compensar.

En un país como Colombia, en donde algunos políticos de izquierda, como Jorge Robledo, han dicho que estamos muy atrasados, que ni contaminamos. Un país que emite el 0,0006% de la contaminación global, de los gases de efecto invernadero, ha querido jugar a un drama continuo desde hace un año, en el cual es nuestra responsabilidad salvar el mundo. Ponernos el traje de capitán planeta, y dejar, si se puede, de respirar; sería lo último que nos podrían aconsejar o exigir.

Resulta bastante ilógico que mientras que quienes buscan prohibir que se usen autos, que se limiten los vuelos en avión y hasta que se utilice un pitillo son quienes circulan en 15 camionetas, viajan en helicóptero, van a Europa cada 10 días y toda su estructura puede ser la que más huella de carbón genere en este país.

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Hablábamos de la raza humana, la cual es muy dada a ver el problema en el otro, y no mirarse a un espejo porque da mucho miedo. Lamentablemente los resultados solo serán nefastos para la sociedad colombiana, no solo con efecto inmediato, sino también a largo plazo.

Colombiana tiene un papel protagónico en el combate contra el cambio climático. Tenemos una biodiversidad única en el mundo. Disponemos de bosques, ríos, mares, selvas, que nos garantizan tener condiciones excepcionales que otros países quisieran.

Nosotros como medio de comunicación respaldamos que Colombia reciba compensaciones, reconocimientos e inversiones por cuidar todo nuestro medio ambiente y toda nuestra Amazonía, las dos cordilleras que atraviesan nuestro territorio. Como no, podemos hacerla, y si es con cooperación internacional mucho mejor.  Es una responsabilidad de que la estamos seguros todos los colombianos estarían orgullosos y comprometidos.

Ahora bien, de ahí a que los Gobiernos intenten camuflar las incapacidades para gobernar en medio de discursos y demagogia sobre la extensión de la humanidad y la permanente critica a la empresa privada.

Esa política antidesarrollo, que solo puede generar pobreza como en Cuba o Venezuela seguirá minando la confianza de los empresarios locales o externos de inversionistas, de los mercados, las calificadoras, los bancos y todo aquel que pueda tener un interés en Colombia.

Nosotros llamamos a la mesura, al consenso, al dialogo, pero sobre todo a dejar a un lado a esa amiga tan constante en los últimos tiempos como es la demagogia, el pesimismo y el apocalipsis para dar un paso hacia una visión de futuro, construcción colectiva, y sobre todo, de salvar la humanidad sin primero destruirnos unos a otros por cuenta de políticas populistas de izquierdas que no han funcionado en ninguna parte del mundo, y que solo buscan generar pobreza.

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