Y ahora los politiqueros vergonzantes

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Es indignante constatar cómo estos politiqueros vergonzantes, disfrazados de paladines de la justicia, se deshacen de sus promesas una vez llegan al poder.

Por: Luís Alonso Colmenares Rodríguez

Los hipócritas de la política parecen multiplicarse como plagas de cucarachas en el oscuro submundo de la corrupción. Esos congresistas que una vez prometieron el cambio y la renovación ahora muestran su verdadera cara, revelando su falta de convicciones y su desprecio por el bienestar del pueblo. Y su juego más sucio se desenvuelve en La Guajira, una tierra que ha sido víctima de la desidia y el saqueo durante más de tres décadas. ¡En La Guajira tenemos de todo y hace falta de todo porque todo se lo han robado!

¿Qué pasó con el pacto que nos ofrecieron? ¿Dónde quedó el anhelado cambio? Lo que estoy observando es que nos mintieron descaradamente y ahora nos encontramos en un círculo vicioso, donde los mismos corruptos podrán continuar gobernando a sus anchas, como si el robo sistemático de los recursos de La Guajira fuera parte de su patrimonio hereditario.

La incoherencia de las convicciones en la política tiene su mayor expresión en el apoyo a los candidatos a la gobernación de La Guajira por los congresistas que fueron elegidos con el discurso del cambio y ahora prefieren que las cosas sigan igual, ahora prefieren que sigan gobernando los mismos que se han robado a La Guajira desde hace más de 30 años.

¿Ese es el pacto? ¿Ese es el cambio?

Es indignante constatar cómo estos politiqueros vergonzantes, disfrazados de paladines de la justicia, se deshacen de sus promesas una vez llegan al poder. ¡Qué cinismo! Nos vendieron una ilusión, una esperanza de transformación, que empezó con los resultados electorales de la primera y segunda vuelta presidencial como nunca se había visto en unas elecciones en el departamento, y en lugar de eso, estamos viendo más de lo mismo.

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La Guajira sigue sumida en el abandono, la miseria y la falta de oportunidades. No hay nada que enardezca más mi ira que el hecho de que estos truhanes políticos no muestren el menor interés por el bienestar del pueblo. ¿Acaso no les importa que, según el DNP, se hayan transferido más de 4 billones de pesos en regalías entre 2012 y 2023? ¿Dónde está el fruto de esas millonarias sumas? No se ve reflejado en la solución de los problemas básicos que aquejan a la gente de La Guajira, como el acceso al agua potable, la atención médica adecuada, la educación de calidad, el empleo digno o las vías de comunicación.

En lugar de eso, lo único que aparece en el horizonte son obras vacías, meras fachadas para encubrir la realidad de un pueblo abandonado. Parques relucientes, canchas sintéticas impecables, patinódromos y piscinas suntuosas son solo una cortina de humo para ocultar la negligencia y la falta de compromiso de los que se llenan la boca con discursos grandilocuentes, pero que en realidad solo buscan mantener sus privilegios y llenar sus bolsillos.

¿Cómo es posible que la gente aún siga cayendo en la trampa de estos farsantes? ¿Será que la memoria colectiva es tan frágil? ¿O acaso seamos nosotros, los ciudadanos, los cómplices silenciosos de esta farsa?

No podemos seguir permitiendo que nos engañen una y otra vez. Es hora de despertar, de abrir los ojos y de exigir responsabilidad a los que dicen representarnos.

La Guajira merece líderes auténticos, comprometidos con su gente y dispuestos a luchar por su desarrollo. Ya es hora de poner fin a la era de los traidores y los corruptos. Es hora de construir un futuro en el que la política sea un instrumento verdadero de cambio y bienestar social. No podemos permitir que La Guajira siga siendo víctima de aquellos que solo buscan llenar sus arcas a costa de la miseria de su pueblo.

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La incoherencia de las convicciones en la política es una enfermedad que corroe nuestras instituciones y desangra la esperanza de un futuro mejor. Pero depende de nosotros, los ciudadanos, detener esta plaga de hipocresía y exigir cuentas claras a los que nos representan.

No podemos dejar que nuestros votos sean pisoteados por la avaricia y la indiferencia. Es tiempo de levantarnos y reclamar un cambio real, uno que trascienda las palabras huecas y se materialice en acciones concretas en beneficio de La Guajira y su gente.

Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…

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