Studio Ghibili

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Las películas de Ghibili son un inconfundible testimonio de realismo mágico resaltado por la estética europea y la cultura japonesa, en ellas, temas como la naturaleza, el clima o la vida misma revisten gran importancia para transmitir mensajes llenos de humanismo, que a menudo cuentan con protagonistas femeninas.



Por: Orlando David Buelvas Dajud

Studio Ghibili ha dejado una huella imborrable en la historia del cine animado japones. Con producciones icónicas como “Mi Vecino Totoro” (1988), “La Princesa Mononoke” (1997), “El Viaje de Chihiro” (2001), o el “Increíble Castillo Vagabundo” (2004), entre muchas otras, el estudio ha obtenido reconocimientos como el premio Oscar a mejor película animada, aclamación por parte de la crítica, y ha sido homenajeado con un parque temático ubicado en Aichi y un museo en Tokio.

Ghibili fue fundado por Hayao Miyasaki, Isao Takahata y Toshio Suzuki. el nombre del estudio fue inspirado por la infancia de Miyazaki y su fascinación por los aviones, emulando el nombre del Caproni Ca.309 Ghibili.

Las películas de Ghibili son un inconfundible testimonio de realismo mágico resaltado por la estética europea y la cultura japonesa, en ellas, temas como la naturaleza, el clima o la vida misma revisten gran importancia para transmitir mensajes llenos de humanismo, que a menudo cuentan con protagonistas femeninas.

No es extraño encontrar castillos caminantes, dragones conectados a lagos o niñas voladoras como una muestra del ingenio de sus creadores, combatiendo la realidad que apremió a Japón durante décadas.

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En películas como “Mi Vecino Totoro”, dos pequeñas hermanas viven una aventura única e infantil al descubrir a un ser mitológico cerca de su nuevo hogar, evocando a por momentos la atmósfera de “Alicia en el País de las Maravillas». En “El Increíble Castillo Vagabundo” un hechizo transforma a una joven sombrerera llamada Sophie en una anciana, y ella debe luchar contra su propia maldición.

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Studio Ghibili
Foto: Orlando Buelvas

“La Princesa Mononoke” es un encuentro entre la humanidad y la naturaleza y en “El Viaje de Chihiro”, una niña que se encuentra en un mundo de espíritus después de un descuido de sus padres debe enfrentar desafíos inimaginables, filme que en el 2001 se convirtió en la única película de anime premiada con un Oscar a mejor película animada.

El gran genio detrás de dichas producciones es Miyasaki, un cineasta conocido por su perfeccionismo y obsesión por los detalles. Se rumorea que dentro del proceso creativo de sus películas llega a cambiar el guion innumerables veces, retrasando las entregas hasta sentirse cómodo con su arte.

Alrededor de su figura rondan infinidad de leyendas, como cuando salió de la sala de cine durante el estreno de la primera película dirigida por su hijo, Gorō, para fumar exclamando “parece que estuve allí sentado allí unas tres horas”. O cuando del Studio Ghibili enviaron una katana a Harvey Weinstein, para asegurarse que “La Princesa Mononoke” no tuviese cortes arbitrarios como los acostumbrados por el productor estadounidense.

Otra de las características destacables de Studio Ghibili es como utilizan elementos complejos, como la metamorfosis de los personajes, como un puente hacia a la realidad, recreando problemas humanos mientras enfatizan la fantasía en cada historia a través de la transformación de personajes como Chihiro en un espíritu o de Sophie en anciana.

Además, el clima es también utilizado como un medio para resaltar los momentos emocionales que son acompañados por el piano de Joe Hisaishi, permitiendo el desarrollo de cada personaje en lucha interna contra sí mismos, en el devenir que acarrea el paso de la niñez a la adultez y el proceso de madurar.

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El gran éxito de estos largometrajes está en la lucha que enfrentan sus personajes, demostrando que para avanzar no se necesita más que la voluntad propia para enfrentar los miedos que aparecerán en el camino como obstáculos a superar, todo como resultado del crecimiento interno y personal que es la consecuencia de atreverse a vivir y buscar aquello que se anhela. Las historias de Ghibili no son casualidades, son el resultado de atreverse a soñar.

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