La transición energética en Colombia enfrenta grandes desafíos, y el Grupo de Energía de Bogotá (GEB) ha asumido un rol protagónico en este proceso. Juan Jacobo Rodríguez, experto en el área energética, detalla los retos y las acciones que el GEB ha emprendido para asegurar una matriz energética más sostenible y segura para el país.
«Es un reto muy importante como país avanzar en la transición energética y desarrollar toda la infraestructura necesaria para incorporar energías mucho más amigables con el ambiente,» explica Rodríguez. Según el experto, la transición hacia energías renovables no solo implica un cambio en las fuentes de generación, sino también en la transmisión y distribución de energía, adaptando los sistemas actuales para que la energía producida en regiones específicas llegue a los grandes centros de consumo.
Uno de los proyectos clave es el Proyecto Colectora, diseñado para incorporar alrededor de 2,000 megavatios de energía renovable proveniente de La Guajira, región estratégica en términos de recursos solares y eólicos. «Este proyecto permitirá incorporar esos 2,000 megavatios al sistema de transmisión,» indica Rodríguez, «lo cual representa aproximadamente el 10% de la capacidad instalada actual del sistema eléctrico colombiano.» Esta infraestructura no solo potenciará el suministro de energía limpia, sino que también fortalecerá la seguridad energética del país a largo plazo.
La implementación de estos proyectos ha requerido una relación cercana con las comunidades locales. En palabras de Rodríguez, “trabajamos conjuntamente con ellas para identificar los posibles impactos de la infraestructura y encontrar las mejores maneras de compensarlos.” Un proceso fundamental ha sido la consulta previa, en la cual 236 comunidades han sido involucradas activamente. Esta colaboración permite avanzar en el proyecto mientras se respetan los acuerdos con las comunidades y se generan beneficios compartidos.
No obstante, el desarrollo de estos proyectos enfrenta limitaciones importantes en términos de licenciamiento. Algunos de ellos han tomado hasta ocho años para obtener los permisos necesarios, lo cual ralentiza el avance de la infraestructura. «La ausencia de esta infraestructura obliga a la región centro a depender de otras fuentes, como las plantas térmicas a carbón en el área Oriental, las cuales mantenemos operativas para asegurar el suministro,» añade Rodríguez, quien también resalta los altos costos y los impactos ambientales asociados a la generación térmica. Estos proyectos de transmisión de energía, en última instancia, permitirán reducir esta dependencia e integrar fuentes más limpias como las hidráulicas, incrementando la flexibilidad y seguridad en el suministro, especialmente en áreas cercanas a Bogotá, que representan cerca del 31% del PIB del país.
Juan Jacobo Rodríguez: transición energética en Colombia
Otro aspecto esencial en la transición energética es el gas natural, un combustible que Rodríguez considera vital para la estabilidad energética en el corto y mediano plazo. “El gas sigue siendo esencial en nuestra matriz energética y será parte de ella por mucho tiempo antes de completar la transición hacia otros energéticos,” afirma Rodríguez, subrayando que, si bien el gas puede ser importado, esta opción encarece los costos y afecta la competitividad. Además, en sectores como la industria y el transporte, el gas ha jugado un papel importante en la reducción de emisiones y en la mejora de la calidad del aire, especialmente en las grandes ciudades.
El reto de la transmisión de energía no es exclusivo de Colombia; muchos países de la región enfrentan desafíos similares en sus procesos de transición. «Prácticamente todos los países de la región y del mundo deben utilizar recursos energéticos que están lejos de los centros de consumo,» explica Rodríguez. Por ello, se requiere una infraestructura robusta de transporte que permita llevar la energía desde su punto de generación hasta donde se demanda, principalmente en las ciudades.
A futuro, el GEB espera que para 2026 el sistema energético de Colombia esté mucho más integrado, con un 30% de su capacidad instalada proveniente de energías renovables. Sin embargo, Rodríguez advierte que «aún queda una gran infraestructura de generación y transmisión por desarrollar para integrar estas fuentes renovables y asegurar la seguridad energética a largo plazo.» La demanda de energía sigue creciendo, y sectores nuevos, como la movilidad eléctrica y los centros de datos, están aumentando la presión sobre el sistema energético actual.
Finalmente, Rodríguez hace un llamado a la colaboración de todos los actores involucrados: «Es fundamental que exista una unidad de propósito entre todos los actores — gobierno, comunidades, empresas privadas — para desarrollar la infraestructura necesaria.» Sin este trabajo conjunto, muchas regiones verán limitadas sus oportunidades de desarrollo económico, empleo y mejora en la calidad de vida, enfatizando que esta transición no solo se trata de energía, sino de transformar la vida de todos los colombianos.
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