Pero resulta que gracias a lo que acaba de suceder, no hay confianza en el Registrador, y hay todas las razones para tener esa percepción.
Por: Cecilia López
El hecho de la aparición de estos votos no calma para nada un debate sobre el papel de esta entidad bajo la dirección de una persona que, desde su posesión, ha venido construyendo la sombra de dudas sobre su capacidad para ejercer este cargo, sombras que ahora lo ahogan.
Si alguna entidad está cuestionada en Colombia en este momento después de las elecciones del 13 de marzo es la Registraduría del Estado Civil y esto por cuenta de su cabeza el señor Registrador. Para empezar, es bueno recordar que esta entidad «es una estructura autónoma e independiente de todas las demás ramas del Estado, que tiene a su cargo la misión de garantizar la legitimidad, transparencia y efectividad del proceso electoral.» Su cabeza Alexander Vega está en el foco del huracán porque le va a quedar muy difícil explicar cómo hasta el momento no aparecieron en el primer conteo no tres o cuatro votos sino un número cercano a los 400 mil. Como si esto ya no fuera suficiente para cuestionar su gestión, resulta que esos votos son del Pacto Histórico, partido que obviamente no forma parte del sector político que el gobierno Duque considera cercano a sus afectos.
El hecho de la aparición de estos votos no calma para nada un debate sobre el papel de esta entidad bajo la dirección de una persona que, desde su posesión, ha venido construyendo la sombra de dudas sobre su capacidad para ejercer este cargo, sombras que ahora lo ahogan. Errores tras errores lo han puesto en una posición realmente insostenible y por ello es necesario explicar las razones para esta situación crítica. La primera reacción es que las dudas nacen de no cumplir con una de sus funciones principales: la independencia de las demás ramas del Estado que deben caracterizar las acciones de la Registraduría. Con mucha pena esa independencia está seriamente en entredicho. Y esto es solo el comienzo.
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La independencia del gobierno de la entidad que debe vigilar las elecciones presidenciales es la única forma de empezar a calmar una sociedad llena de odios, de prevenciones y dispuesta a la agresión desde muchas orillas. Es la situación que requiere tener al menos una absoluta confianza en la entidad que garantice la transparencia de los resultados de una elección presidencial de las más complejas que ha enfrentado esta sociedad. Independientemente de quienes compitan al final, los dos meses que se avecinan serán tan difíciles, que lo único que no puede pasar es que los resultados de la elección del nuevo presidente de la República no sean de una total claridad de manera que sea imposible negarlos, cualquiera que sea el resultado.
Pero resulta que gracias a lo que acaba de suceder, no hay confianza en el Registrador, y hay todas las razones para tener esa percepción. Es decir, la bomba de una explosión social que todos queremos evitar tiene que desactivarse y esto empieza por tener al frente de esta entidad alguien que sí garantice que los resultados no serán manipulados. Y resulta señor Alexander Vega que la sensación fundamentada del país es que usted no es la persona que represente esa seguridad. No hay argumentos que le cambien esa visión a la gran mayoría del pueblo colombiano y no solo se trata de aquellos que a quienes les están apareciendo votos. No se engañe.