A tres años de la fallida edición del Festival Jamming, que terminó en un escándalo de estafa y caos organizativo, Julio Correal, quien estuvo involucrado en el proceso de patrocinio y negociación, ofrece una visión crítica sobre lo sucedido. Correal desvela los errores que llevaron a la debacle del evento, su falta de planificación y cómo, a pesar de contar con un fuerte patrocinador como Coca-Cola, los problemas de logística y finanzas desmoronaron lo que originalmente fue un festival emblemático de reggae.
«Un festival no es poner a unos artistas en una tarima y meterlos en un potrero y ya se arma un festival, no, tiene que haber una esencia. Y el Jamming la tenía toda, era el reggae, rasta, la buena onda, el público, todo el mundo igual, había un camping ahí relajado, en fin, tenía todo,» explica Correal, haciendo hincapié en lo que definía la identidad del evento.
El fracaso del Festival Jamming: Un análisis crítico de Julio Correal
El Jamming, tradicionalmente conocido por su enfoque en la música reggae y un ambiente relajado, comenzó a desviarse de su esencia al contratar artistas fuera del género, lo que marcó el comienzo de los problemas. Según Correal, el desvío de la esencia del festival fue uno de los factores cruciales para su fracaso: «Cuando el festival pierde su esencia, la gente deja de creer en el festival.»
Panorama general: Tres años después, Julio Correal, reconocido empresario y gestor cultural colombiano, ha decidido compartir su perspectiva sobre lo ocurrido. Correal, quien ha estado involucrado en la organización de numerosos eventos musicales en el país, ofreció detalles sobre las razones detrás de la cancelación del festival y las lecciones aprendidas de esta experiencia.
Cuando la pandemia golpeó en marzo de 2020, las dificultades de la organización se profundizaron. Correal recuerda con claridad el llamado desesperado de los organizadores del festival, quienes se encontraron con una situación inesperada. «Me llamó desesperado, Julio, ¿qué hago? Los artistas no se quieren mover de sus países,» relata. La pandemia paralizó el evento justo cuando se estaba aproximando la fecha, lo que provocó la cancelación de varios shows internacionales y la imposibilidad de cumplir con los contratos de los artistas.
«Aquí no hay nada que hacer, hay cosas que no hay nada que hacer. Una tormenta, no hay nada que hacer. Si uno está protegido con sus techos y su vaina, pues todo bien, pero ante una tormenta, un temblor, una vaina, no hay nada que hacer. Una pandemia, no hay nada que hacer,» agrega Correal, para subrayar lo imprevisible de la crisis mundial.
Por qué es importante: La cancelación del Jamming Festival también tuvo repercusiones legales y sociales. Los asistentes exigieron la devolución del dinero de las entradas y compensaciones por los gastos incurridos en viajes y hospedajes. Las autoridades locales intervinieron para mediar en la situación y garantizar que se respetaran los derechos de los consumidores afectados.
A pesar de los problemas generados por la pandemia, los organizadores continuaron con la contratación de más artistas y aumentando los gastos sin tener una planificación financiera adecuada. «Empezó a gastar la plata que tenía de la boletería en más artistas y más artistas,» recuerda Correal. Esto provocó un desajuste económico, mientras la logística del evento se complicaba aún más. «Se le iba acabando la plata. Y los de producción y logística, que uno debe tener en claro, la producción, señores, hay que pagarla toda antes de abrir las puertas del concierto,» explica.
En medio del caos, Correal, quien estaba gestionando el patrocinio con Coca-Cola, se dio cuenta de que la infraestructura en Ibagué, sede del evento, no estaba lista para albergar a la gran cantidad de asistentes que se esperaban. «Me fui a Ibagué a conocer el lugar. Vi que no había hoteles, la logística estaba sin control, y el número de policías era insuficiente para un evento de esa magnitud,» comenta.
La situación empeoró cuando los proveedores de productos y servicios esenciales, como alimentos y bebidas, comenzaron a darse cuenta de la falta de pago por parte de los organizadores. «Los conciertos y festivales dan ganancias. Sí, la boletería es buena, pero alimentos y bebidas es la mayor ganancia que tienen los eventos hoy en día,» señala Correal, quien tenía experiencia en la organización de eventos y comprendía la importancia de tener estos detalles bajo control.
El final: cancelación y consecuencias
El momento decisivo llegó cuando los problemas de pago y la falta de organización llevaron a la cancelación del festival. «El miércoles me llamaron a mí allá en la locación y me dijeron, ‘Julio, pilas, esto no va a pasar, ya te retiró producción, ya te retiró logística, avísalas a tus artistas que esto no va a suceder,’» relata Correal, quien fue testigo directo de la debacle. «Cuando se retiró la logística, se hunde el pánico. La gente de producción dijo ‘¿qué pasó con la plata de producción?’»
La falta de pago a los artistas y proveedores hizo imposible llevar a cabo el festival. «Los artistas, por lo menos internacionales, hay que pagarles de una o si no en ese instante,» advierte Correal, subrayando la importancia de manejar correctamente los recursos. Finalmente, las cancelaciones fueron inevitables, y los artistas fueron informados de la cancelación en la madrugada del jueves, cuando ya era demasiado tarde para salvar el evento.
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