A votar bien: En una semana sabremos si esta ciudadanía por fin tomó conciencia de que el voto no merece ser botado, que los partidos tradicionales no merecen estar en el poder y si fueron castigados en las urnas.
Por: Wilmar Vera Zapata
Esta campaña electoral es tan simplona y mañé, que si no fuera por la crítica coyuntura contemporánea daría vergüenza y risa. Por eso, en una semana sabremos si el electorado colombiano salió emberracado a elegir el cambio o seguirá alimentando las alimañas que, en gran porcentaje, configuran el desprestigiado Congreso del platanal llamado Polombia.
Las encuestas –a las que no se les puede creer- dan un panorama alentador y es posible que el Poder Legislativo tenga por fin verdaderos colombianos probos que ayuden a cambiar esa institución llena de delincuentes electorales, gamonales abusadores, capos de la corrupción, enemigos de la ciudadanía y otras fuerzas reprochables que configuran una democracia que no existe sino en el papel, porque ni la Constitución respetan.
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En Colombia, tras la eliminatoria presidencial de 1989 (donde fueron asesinados cuatro candidatos presidenciales y miles de seguidores de la Unión Patriótica) el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990) abrió las cadenas televisivas y radiales a la propaganda, para así evitar la presencia en las plazas y que se anularan las elecciones por sustracción violenta de materia. Hoy, las campañas políticas usan diferentes métodos de difusión, siendo de las menos efectivas, y más contaminantes, las vallas y pasacalles ubicadas en vías, caminos y carreteras.
Y en esta la creatividad brilló por su ausencia. Basta ver los desesperados esfuerzos de los candidatos del partido de la tercera y cuarta letra o de corrupción radical, entre otros, para señalar con mensajes amañados unas propuestas, a todas luces, bobaliconas.
Básicamente, el mensaje no es proponer ideas o propuestas para mejorar la vida de los colombianos, sino decir que ellos en la Cámara o en el Senado “pararían a Petro”. ¿Qué se creen?, ¿viagra o potenciador electoral? Al menos son sinceros y podemos comprender que no tienen discurso sin el líder de la oposición colombiana.

Casos patéticos y ridículos hay por manotadas. Para empezar, una señora de sombrero blanco y mano en el pecho -como verificando la ausencia de corazón-, señalando a “Petro guerrillero”. ¿Y ya? Sí, no más. Con ese mensaje claro del pasado subversivo del precandidato quieren vender el miedo a tener un presidente que fue de la guerrilla, se desmovilizó, fue indultado y desde entonces ha intentado materializar las ideas pacíficamente que, con las armas, defendieron (equivocadamente) y según ellos es inaceptable. ¿Qué pensará la matrona, bautizada con acierto la “ancianazi” de sus copartidarios Everth Bustamente u Otti Patiño, reconocidos exguerrilleros quienes sí participaron en la toma a la embajada de la República Dominicana o en el Palacio de Justicia, fervientes conmilitones que portaron armas y no para cazar patos?
Un caso feo, el heredero del promotor del Estatuto de Seguridad, calificado como uno de los más incapaces mentales que llegaron al Palacio de San Carlos y cuyo nieto ha heredado la astucia del abuelo. Con sus vallas atacó a los líderes de la oposición mintiendo y que el CNE obligó a desmontar. Otros más sólo exhiben las palabras “los de…”, exhibiendo su nimiedad política, su inexistencia propia, pues no son más que el reflejo pálido de la llama que ha incendiado este país desde hace 40 años.
Por último, no podemos olvidar la valla de Khaterine Miranda a la que le prohibieron usar el neologismo “abudinear”, en referencia al robo de Centros Poblados y de la cual la exministra se encuentra incólume y tranquila. En un país decente sería merecedora de investigaciones, pero en la perfeccionista democracia de Derechas polombiana, “el que la hace le pagan” y bien remunerada salió la abudineadora.
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En una semana sabremos si esta ciudadanía por fin tomó conciencia de que el voto no merece ser botado, que los partidos tradicionales no merecen estar en el poder y si fueron castigados en las urnas. Soy optimista, pero no me ilusiono. Teniendo una Registraduría de bolsillo –como en Venezuela, Nicaragua o Cuba- la lucha contra la corrupción legalizada será difícil. Ya se vio en 1970, con el padre del pedófilo usuario del Lolita Express, con complicidad del presidente que adorna el billete de $100.000 pesos.
Esperemos que no, que no nos abudineen el progreso otra vez.
Ñapa: Se acercan las audiencias para juzgar al asesino del periodista Eliécer Santanilla. Ojalá que no empiecen con dilaciones y la Fiscalía haga su trabajo juiciosamente, aunque desde que dejó al confeso asesino quedarse en su casa y no apeló ese beneficio, cualquier cosa puede pasar. #JusticiaParaEliécerSantanilla