En Vox no confío

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En Vox no confío: «Basta recordar el uso permanente de las mentiras en medios y redes para asustar a la población con bulos o fake news (aquí es para que salgan “emberracados” a votar), el racismo hacia minorías étnicas (allá, africanos, migrantes y musulmanes…»


Por: Wilmar Vera Z.

En la agitada semana colombiana, además de la persecución a Piedad Córdoba, el silencio cómplice de medios y autoridades ante la corrupción de los Char o las protestas porque a Fajardo no lo dejaron hablar en la Universidad Tecnológica de Pereira (aunque guarden silencio ante las amenazas de muerte a profesores y estudiantes por parte de paramilitares en Eafit), se suma a esta batahola el congreso del partido fascistoide Vox, de España, el cual tiene en estas tierras ya no pertenecientes a su Católica y Graciosa Majestad émulos que si no fuera por lo peligrosos y retrógrados serían patéticos dinosaurios ideológicos.

Vox es una facción del Partido Popular (PP) peninsular, nacido en 2013, como respuesta a la crisis social, política y económica del modelo neoliberal y que ellos se encargaron de adosarlo con otras propuestas igual de trasnochadas como de fascistas.

En un país pegado con babas, como lo fue Checoslovaquia, Yugoslavia, Reino Unido, Canadá o Bélgica, España vio surgir un grupo que pregonaba por la defensa de los valores (familia tradicional, propiedad, jerarquías sociales inamovibles) y un nacionalismo rancio dentro y fuera de sus fronteras, que los lleva a creer que no estamos en 2022 sino en 1722 y que debemos, a este lado de la mar océano, atender los consejos que la Madre Patria le da a sus hijitos díscolos por el liberalismo y el castro chavismo.

Leer el manifiesto de fundación es darse un paseo por la antesala del miedo. Sus propuestas analizadas con criterio y comparadas con su actuar desde 2019 -cuando alcanzaron el protagonismo nacional- dejan ver la amenaza que representa la ultraderecha neonazi en la sociedad moderna mundial.

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En Vox no confío: Foto: Redes

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Basta recordar el uso permanente de las mentiras en medios y redes para asustar a la población con bulos o fake news (aquí es para que salgan “emberracados” a votar), el racismo hacia minorías étnicas (allá, africanos, migrantes y musulmanes; aquí indígenas, reinsertados, pobres y líderes sociales) y la entronación de una supuesta superioridad moral y de élite (la plata, la piel y la clase los hacen más sabios y dignos de imitar y de gobernar), añoran las acciones que hace 100 años llevó a Europa a crear el partido Fascista italiano; el Nacional Socialista Obrero Alemán, de Hitler, y la terrible Falange franquista. No en vano Vox y sus sueños hispano centristas destaca en este continente el valor de la Conquista española y el honor de hablar la lengua de Cervantes y la fe de Roma (la de Pío IX, monseñor Lefevre, Juan Pablo II o Ratzinger, Francisco es demasiado “progre”).

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Criticar o señalar que en el pasado los peninsulares cometieron asesinatos, violaciones y genocidios es torcerle el cuello a su retórica de progreso y civilización que nos regalaron para la gloria de España, cobrizos malagradecidos que somos…

Y como a sus émulos criollos (el partido de la tercera y cuarta letra, los cristianos fanáticos de amor –segmentado- al prójimo y otros grupitos de militaristas nostálgicos de la buena guerra civil) realizaron un encuentro en Bogotá que terminó con vidrieras rotas y desórdenes por un grupo de manifestantes que, de forma fascista, les recordaron que no eran bienvenidos.

El Foro de Madrid que sesionó en la capital es una muestra de la injerencia en política que los fachos criollos odian pero pregonan y practican. No solo exportamos campañas de castrochavismo a las elecciones de EEUU, Ecuador, Chile o Perú, sino que el servicio incluye vándalos de derecha (la supuesta entrega de ayuda humanitaria a Venezuela, con camiones quemados por encapuchados del lado colombiano) o magnicidios de presidentes (como el de Haití o el frustrado en Bolivia), señalan que el ramplón fascismo colombiano está activo. Un gobierno serio se alarmaría, investigaría y pediría disculpas, pero el subpresidente y su camarilla sólo persiguen a quien use la palabra “abudinear” como neologismo de robar el erario. Algo que saben hacer con experticia.

¿Por qué otros candidatos afines al nazismo criollo sí pueden mentir y no pasa nada? Pregonan en vallas amenazas y mensajes de “no al comunismo” que solo existe en sus mentes enfermas y ciegas, porque les da miedo perder lo que en 200 años de inequidad, injusticia y abuso han logrado cimentar para ellos, unos pocos, “la gente de bien”.

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La presencia del neo-nazismo peninsular no preocuparía sino estuviéramos ad portas de unas de las elecciones de Congreso y presidenciales más importantes del siglo XXI. Su presencia sirvió para crear un escenario de caos e injerencia, con un el libreto que están siguiendo a pies juntillas y los medios hegemónicos que tragan entero y aúpan harán el resto.

Ya el ataque del viernes le fue falsamente adjudicado a Petro y con eso el discurso de odio toma nuevas fuerzas y cumple el objetivo de señalar a un enemigo externo como culpable de todo. Y le actualizan la orden y la lápida a las fuerzas oscuras con las que trabajan, “combinados”, los legales e ilegales. Bella la democracia colombiana…

Si algo hace bien estos humúnculos caducos es mentir y engañar, pregonando sus ideas medievales que como una plaga contaminan la sociedad, la pudren y la asfixia hasta matarla.

Miguel de Unamuno, pensador, filósofo en intelectual español, lo definió en una frase clara: “lo que los fascistas odian es la inteligencia”. Debemos estar atentos. Aquí, en Vox no confío porque conocemos la Historia y esta vez “no pasarán”.

Ñapa: El asesinato del periodista Eliécer Santanilla fue un crimen por su labor periodística de investigación y denuncia. Pero como no fue en Bogotá o Medellín ni hace parte del star system del gremio, no podemos permitir que caiga en la impunidad. #JusticiaParaEliecerSantanilla

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