Como aplicaría para el turismo, que las ciudades se conocen caminando y no precisamente en una caravana de camionetas polarizadas que van a 100 kilómetros por hora, es momento de llamar con la mejor tónica e intención a los nuevos alcaldes para que se bajen de sus vehículos claramente sin poner en peligro sus vidas y recorran las ciudades que los eligieron.
Es esencial recorrer las ciudades primero, ya que muchas capitales fueron entregadas en condiciones deplorables: deterioradas, sucias, inseguras, con infraestructuras en ruinas y sin atención a espacios naturales. El abandono hacia la fauna urbana persiste, a pesar del crecimiento urbanístico y nuevas densidades poblacionales.
A medida que avanzan los días, es imperativo mantener el ímpetu inicial de enero, cuando ciertos alcaldes comenzaron su gestión. Esto implica abandonar el escritorio y contar con equipos competentes para salir a la calle, interactuar con la comunidad, y ejecutar acciones beneficiosas para el territorio.
La participación pública se erige como un pilar fundamental del gobierno colectivo. Los alcaldes deben fomentar la colaboración ciudadana, alentando reportes, sugerencias, ideas y quejas. La ciudadanía puede ser los ojos críticos del gobierno, contribuyendo así a una administración más efectiva.
En ciudades como Medellín, Cartagena, Bogotá y Cali, se comparten problemáticas comunes como suciedad en el espacio público, ausencia o destrucción de canecas de basura, problemas con cámaras de seguridad y semáforos, andenes peligrosos, parques en mal estado y falta de mantenimiento en espacios naturales.
Es inaceptable que el centro histórico de Cartagena tenga huecos donde turistas pagan grandes sumas y se enfrentan a problemas sanitarios. Problemas similares, como la gestión de basuras y el estado de la infraestructura, también afectan a Medellín, donde parques y quebradas han sido abandonados.
En Cali, la falta de funcionamiento de semáforos y la inexistencia de pasos peatonales son problemas críticos, mientras que en Bogotá, la acumulación de décadas de mugre y smog requiere una atención inmediata.
Hacemos un llamado a los alcaldes a reconocer la realidad de sus ciudades caminándolas. Encerrarse en un despacho o permanecer en vehículos oficiales no resolverá los problemas. La responsabilidad hacia quienes los eligieron y sus territorios demanda una acción decidida y un compromiso activo con la rehabilitación y mejora continua de las ciudades que lideran.
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