Análisis: “Israel se defiende”. Por Marcos Peckel, docente Universidad del Rosario – director Confederación de Comunidades Judías de Colombia
El 7 de octubre de 2023 fue un sábado negro. Miles de terroristas de Hamás cruzaron la frontera de Gaza, rompiendo la valla de separación, y masacraron a familias enteras en sus hogares. Numerosas mujeres fueron violadas, más de trescientos jóvenes fueron asesinados en un festival de música y 255 personas fueron secuestradas hacia Gaza. En total, 1200 muertos: la peor matanza de judíos desde el Holocausto.
Este contenido hace parte de la 9° edición de la Revista 360, producto periodístico anual y exclusivo elaborado por 360 Radio.
Un día después, sin provocación alguna, Hezbollah inició ataques diarios con cohetes y drones desde el Líbano, obligando a Israel a evacuar a 70 mil residentes del norte.
Simultáneamente, desde Yemen, los Houties comenzaron a atacar la navegación por el mar Rojo y a lanzar misiles y drones a Israel a dos mil kilómetros de distancia, utilizando armamento iraní.
Como si fuera poco, Irán lanzó dos andanadas de misiles en abril y octubre del presente año, una cobarde agresión al Estado judío.
Israel enfrenta una guerra por su supervivencia, igual que en 1948 e igual que en 1967, esta vez orquestada por Irán. Israel es el único Estado del mundo cuya existencia está constantemente amenazada por un Estado miembro de las Naciones Unidas: Irán. Además, enfrenta la amenaza de organizaciones genocidas como Hamás y Hezbollah, cuyo objetivo es “extirpar al ente sionista de la región”. Estas organizaciones están dispuestas a sacrificar a sus países y poblaciones para cumplir con los designios geopolíticos de Irán.
En estas circunstancias, Israel tiene el derecho a la legítima defensa, consagrado en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Israel, el único Estado judío del planeta y única democracia en la región, libra una guerra en varios frentes contra enemigos que buscan borrarlo del mapa. Esto es lo que muchos parecen no entender, incluido el cuestionado fiscal de la Corte Penal Internacional y ONG de todo tipo.
La guerra en Gaza es una tragedia, tanto para el pueblo israelí como para los 2 millones de palestinos que allí residen. Israel, que no inició esta guerra ni la quiso, tiene el deber de proteger a sus ciudadanos de los cohetes y de evitar otra masacre como la del 7 de octubre. Hamás ha convertido mezquitas, hospitales, escuelas y barrios residenciales en guaridas para atacar a Israel.
Las acusaciones de genocidio contra Israel son infundadas y distorsionan la realidad. El Gobierno israelí no tiene intención de exterminar a los palestinos; ha permitido la entrada de miles de toneladas de ayuda, evita en lo posible las víctimas civiles, avisa antes de realizar un ataque y ha facilitado la entrada de alimentos, ayuda y jornadas de vacunación contra la polio.
Hamás ha sido fuertemente golpeada con la eliminación de varios de sus comandantes, incluido su líder, Yahya Sinwar. La organización podría acabar la guerra liberando a los secuestrados y deponiendo las armas, lo que permitiría planear el futuro de Gaza sin Hamás gobernándola.
En el frente norte de Israel ya hay un tenue cese al fuego tras 14 meses de escaramuzas comenzadas por la milicia chiita en “solidaridad con Gaza”. Hezbollah ha recibido golpes contundentes por parte de Israel, incluyendo la muerte de su líder, Hasan Nasrallah, y varios de sus comandantes, así como la destrucción de buena parte de su infraestructura bélica. El cese al fuego aceptado por Hezbollah es más una capitulación ante la superioridad militar de Israel.
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Las imágenes proyectadas al mundo de las guerras de Israel distorsionan la realidad. Israel ha sido atacada con más de 25 mil cohetes este año. De no tener el sofisticado sistema de defensa antiaérea y refugios, el número de muertos alcanzaría decenas de miles, que es lo que buscan los atacantes. Mientras el Gobierno israelí protege a sus civiles, al otro lado los usan como escudos humanos y herramienta propagandística.
Conclusión de la columna de Marcos Peckel sobre Israel
Para que el Medio Oriente pueda avistar un futuro mejor, se debe terminar el odio, erradicar la doctrina de borrar al Estado judío de la región y buscar una convivencia pacífica en la que todos quepan. Los acuerdos de Abraham fueron un buen comienzo. Hay que extenderlos.
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