Las últimas cifras de pobreza reveladas por el DANE han generado mucho desconcierto especialmente entre los economistas ortodoxos, que han señalado la reducción de este indicador como uno de los éxitos de la política económica que defienden.
Por: Cecilia López
La razón de este incremento en el 2019 que señala para este año un nivel de 34,7% muy superior al 27% anterior, es el ajuste que se hace periódicamente en el valor de la canasta familiar de los pobres. Ya no son los alimentos los que más presionan los ingresos de estos hogares, sino que sus demandas se han vuelto más amplias, y en ellas el costo de la vivienda y de los servicios públicos es mucho mayor que antes. El incremento en el precio de la tierra urbana explica parte de este significativo ajuste.
Ahora bien, si este era el nivel antes de la pandemia, cálculos conservadores que tienen que revisarse probablemente al alza, señalan que en estos momentos podemos estar en Colombia cerca de un nivel del 50% de pobreza y para algunos podríamos estar en un 60%, es decir mucho más de la mitad de la población. Este dato es el que debería estar manejando el gobierno para revisar su estrategia de reactivación que no le está funcionando porque sigue contrayéndose el comercio y sectores manufactureros. Pero lo innegable en este momento es que la pobreza venía creciendo antes de la pandemia y no existe la más mínima posibilidad de que esa tendencia se haya reversado en medio de esta crisis de la Covid—19.
Pero lo más preocupante es ver que ha pasado en las ciudades. Parece mentira, pero las cifras demuestran que mientras en Barranquilla venían aumentando los niveles de pobreza, en Cartagena se estaba observando una disminución. Es cierto que hoy Cartagena siempre ha sido más pobre que Barranquilla, 34,3% en 2019 y Barranquilla 25,6%. Pero en Barranquilla la pobreza aumentó en el último año 3,9% mientras en Cartagena disminuyó en -0,6%; pero hay más. Sorpréndase: Barranquilla es más desigual que Cartagena y tiene más gente en condiciones de miseria. Sin embargo, se alardea permanentemente por parte de los funcionarios públicos que gobiernan la capital del Atlántico, que esta ciudad tiene siempre los niveles más bajo de desempleo del país. Es la informalidad laboral la que debería analizarse más seriamente y ahora además explicar por qué se estaba empobreciendo esta ciudad mientras Cartagena mejoraba, antes de esta crisis.
Este debe llevar a la reflexión al gobierno local siempre tan triunfalista pero también a los empresarios de esta ciudad, porque ambos deberían ser conscientes de esta tendencia no solo por razones de solidaridad sino porque retomar el crecimiento económico en medio del deterioro en los ingresos de amplios sectores de la población es prácticamente imposible. La pandemia no ha cambiado esta tendencia, de manera que se debe aceptar que una sociedad empobrecida en medio de esta crisis que obviamente no incrementa la demanda es el mayor contrapeso que puede haber para la reactivación. Piensen en eso.