«El nuevo gerente del Banco Central debe ser un economista respetable tanto a nivel nacional como internacional, porque el país no está para aventuras, sino para estrategias técnicas y programáticas».
Por: José Félix Lafaurie
La Junta Directiva del Banco de la República tomará la decisión sobre nuevo gerente general de la entidad, posición que no solo es estratégica para la estabilidad económica del país, sino que se considera “coronación” de carrera para economistas de primer nivel, entre los cuales está el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, uno de los candidatos a suceder a Juan José Echavarría.
Valga decir primero, que no voy a ocultar mi aprecio personal hacia el ministro, lo cual no impide una opinión informada, a partir de lo que, a mi juicio, necesita el país en la mayor crisis económica en su historia por los efectos demoledores de la pandemia, frente a la cual se requiere un banquero central a la altura de la gravedad del momento y las exigencias de la recuperación.
El nuevo gerente del Banco Central debe ser un economista respetable tanto a nivel nacional como internacional, porque el país no está para aventuras, sino para estrategias técnicas y programáticas. Ese economista es Carrasquilla, el ministro que creó el Marco Fiscal de Mediano Plazo, documento de planeación económica que hoy les da confianza a todos los actores económicos.
El Banco, cuya Junta Directiva es presidida por el ministro de Hacienda, sin menoscabo de su autonomía de origen constitucional, necesita un gerente eminentemente técnico, algo básico frente a las presiones políticas de siempre. Carrasquilla ha demostrado serlo, no solo frente a propuestas y decisiones impopulares pero necesarias, sino, inclusive, frente a su propio jefe, el presidente, porque disentir respetuosamente en lo que no toca principios fundamentales y sin lesionar el principio de autoridad, es condición que honra al funcionario.
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La experiencia de Carrasquilla es sobresaliente, no solo en el Banco, del que fue gerente técnico, sino como ministro de Hacienda en dos ocasiones marcadas por severas crisis. Durante el primer gobierno de Uribe sostuvo los recursos para la Seguridad Democrática, redujo la deuda y sentó las bases que restauraron la confianza inversionista.
Durante el gobierno Duque, hasta antes de la pandemia, habían mejorado todos los indicadores y el primer trimestre de 2020 fue el de mejor desempeño en la región, lo que deja ver su capacidad de manejo de crisis y ha permitido gestionar recursos que superarán los ¡117 billones!, incluida la ampliación del cupo del FMI hasta 17.300 millones de dólares, signo inequívoco de confianza internacional en la conducción económica del país.
Pero frente a mi opinión informada, está la de quienes tienen una opinión “autorizada”. Para Juan Carlos Echeverry, exministro de Santos y expresidente de Ecopetrol, Carrasquilla es el economista que más se ha formado para ser banquero central; que ha formado desde la cátedra a buena parte del equipo del Banco, lleva 35 años escribiendo sobre economía y banca central, y es además “el tipo más independiente del mundo”.
No obstante, tiene enemigos su aspiración. Los que lo descalifican por “uribista” caen en la mezquindad de la polarización y desconocen su talante técnico. Carrasquilla no es político; fue director programático de la campaña Duque, como Echavarría, otro gran economista, lo fue de la campaña Santos, sin que ello fuera impedimento para llegar a la Gerencia.
No faltan los que afirman que es otro capítulo de la toma de posiciones estratégicas por parte del presidente Duque, otra invención de la izquierda y el “centrosantismo”, como la de Kalmanovits, que se atreve a vaticinar que el Banco quedará en manos del Gobierno, perderá su reputación internacional, se abusará de la emisión y otras tantas suposiciones injustificadas.
La de Carrasquilla, una aspiración legítima. Ojalá acierte en su decisión la Junta del Banco Central.