China ha captado la atención mundial no solo por su meteórico crecimiento económico, sino también por su creciente influencia política y cultural a nivel mundial; con un enfoque estratégico a largo plazo, se convierte en referente mundial.
El enfoque estratégico a largo plazo que está impulsando el crecimiento y la influencia global de China
China ha obtenido logros ampliamente reconocidos. Una de las claves menos comentadas de su ascenso es su enfoque estratégico a largo plazo, que se extiende más allá de los ciclos electorales y los cambios de gobierno que caracterizan a las democracias occidentales. Una clave fundamental es el «largo-plazismo» en la estrategia de China y cómo esta visión ha dado al país una ventaja decisiva frente a otras naciones.
El corazón de la estrategia china: un enfoque de larga duración
El concepto de «largoplazismo» en China se refiere a una planificación estratégica que abarca varias décadas e incluso siglos. A diferencia de los modelos políticos democráticos, donde los cambios de administración suelen generar alteraciones en las políticas públicas, el gobierno chino establece objetivos que trascienden los ciclos electorales y las agendas políticas de corto plazo.
Este enfoque está profundamente enraizado en la filosofía confuciana, que pone énfasis en la estabilidad, la armonía social y el bienestar colectivo, buscando una continuidad que permita alcanzar un desarrollo sostenido y equilibrado.
El objetivo de China con su estrategia de largo plazo es claro: consolidarse como una superpotencia económica, política y cultural, capaz de liderar el mundo en varios frentes. Para ello, el país no solo ha centrado sus esfuerzos en un crecimiento económico continuo, sino también en la reducción de la pobreza, el fomento de la innovación tecnológica y la mejora de la infraestructura nacional e internacional.
Un ejemplo claro de la aplicación de esta visión de largo plazo es el concepto de «prosperidad común», que el presidente Xi Jinping ha popularizado en los últimos años. Este enfoque tiene como objetivo garantizar un crecimiento inclusivo que beneficie a toda la población, reduciendo las desigualdades sociales y promoviendo una distribución equitativa de la riqueza. En términos prácticos, esto se traduce en proyectos de infraestructura, innovación tecnológica y expansión comercial, tanto dentro de China como a nivel global.
Uno de los ejemplos más destacados de la estrategia china es la «Iniciativa de la Franja y la Ruta» (Belt and Road Initiative, BRI), un megaproyecto de desarrollo de infraestructuras que conecta a más de 60 países a través de una red de puertos, ferrocarriles, aeropuertos y rutas comerciales. Con una inversión de más de $1 billón de dólares, la BRI tiene como objetivo reforzar la interconexión global, mejorar el comercio y fortalecer los lazos políticos entre China y los países involucrados.
Los principios ideológicos que sostienen la estrategia de largo plazo
La base ideológica de esta estrategia se encuentra en una mezcla de pragmatismo político y el legado de siglos de pensamiento confuciano. Mientras que la democracia liberal suele caracterizarse por el cambio constante de políticas a raíz de nuevas elecciones, China mantiene una estructura política centralizada que le permite implementar planes a largo plazo sin los obstáculos propios de los sistemas democráticos.
El Partido Comunista de China (PCC) se apoya en un modelo económico híbrido que combina el control estatal con la apertura al mercado. Esto le ha permitido crear planes quinquenales detallados, que abordan aspectos como el desarrollo tecnológico, la autosuficiencia energética y la modernización de sus capacidades militares. A través de estos planes, China ha podido enfrentar desafíos globales de manera más coherente y estable.
Uno de los ejemplos más recientes de este enfoque estratégico fue el 14º Plan Quinquenal (2021-2025), en el que el gobierno chino asignó una cantidad récord de $1.4 billones de dólares para promover la inteligencia artificial y la modernización tecnológica. Además, China ha logrado posicionarse como líder mundial en energía renovable, produciendo cerca del 70% de los paneles solares y el 50% de las turbinas eólicas a nivel mundial, lo que refleja su capacidad para orientar la economía hacia sectores clave del futuro.
China en el escenario global: potencia económica, militar y cultural.
China no solo aspira a ser la mayor economía del mundo, sino que también está buscando consolidar su poder militar y su influencia geopolítica. En términos de defensa, el país ha incrementado significativamente su presupuesto militar, que superó los $229 mil millones en 2022, situándose como el segundo mayor inversor en defensa después de Estados Unidos. Esto ha permitido a China expandir su presencia militar en áreas estratégicas como el Mar Meridional de China, asegurando rutas comerciales y protegiendo sus intereses globales.
En el ámbito cultural y político, China ha intensificado sus esfuerzos para promover su modelo de desarrollo como alternativa al capitalismo liberal. A través de instituciones como el Instituto Confucio y acuerdos de cooperación bilateral, China ha logrado aumentar su influencia en regiones como África, América Latina y Asia, donde promueve el aprendizaje de su idioma, la difusión de su cultura y el fortalecimiento de su red diplomática.
Una de las mayores ventajas de China radica en su capacidad para implementar políticas coherentes durante periodos prolongados, mientras que las democracias occidentales se ven sujetas a cambios de dirección debido a los ciclos electorales. Este contraste es evidente en áreas como la transición energética.
Mientras que en países como Estados Unidos la política ambiental cambia con cada nueva administración, China ha mantenido un enfoque consistente hacia las energías renovables, logrando una inversión acumulada de $758 mil millones entre 2010 y 2019, lo que representa el 30% de la inversión global en este sector.
Además de su ascenso económico, China ha logrado establecerse como un actor clave en la política internacional mediante estrategias de inversión. Su presencia en América Latina y África, por ejemplo, ha sido notable. En América Latina, China es ahora el principal socio comercial de varios países de la región, con un comercio que alcanzó los $451 mil millones en 2021. Desde 2005, China ha invertido más de $130 mil millones en la región, especialmente en infraestructura y minería, lo que le ha permitido asegurar su influencia política y económica.
La estrategia de largo plazo de China es una de las piezas clave de su ascenso como potencia mundial. A través de una planificación estratégica que abarca décadas, el país ha logrado mantener una dirección coherente en todos los aspectos de su desarrollo. Desde la modernización tecnológica hasta su expansión internacional, China sigue demostrando que su enfoque a largo plazo le permite mantenerse por delante de otras naciones.
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