Alcaldes, gobernadores, concejales, diputados, congresistas, la presidencia no se ha quedado indemne de ser blanco de personas que no han tenido los caminos, las credenciales para ostentar esa posición, como dirían popularmente, han bajado mucho la vara, han bajado mucho el nivel y ya cualquier parroquiano cree que puede ser alcalde, gobernador, presidente, congresista o concejal.
Nosotros sí queremos decir que eso no debe ser así, eso no puede ser así y eso no se puede normalizar; esa no puede ser una constante en la vida democrática del país. Algunos precandidatos se han dado cuenta de que, en este mundo de las redes sociales, de los algoritmos, de lo viral,
Es más rentable para ellos mediáticamente bailar, hacer el ocho con la cola, hacer 21 con la cabeza, 30 con la rodilla , tirarse de un columpio, ordeñar una vaca.
Realizan una cantidad de cosas que nada tienen que ver ni con el cargo al que están aspirando, ni con el proceso para llegar a ese cargo y terminan casi que ridiculizando no solamente la vida de muchos colombianos, sino que son personas que evidentemente están desnaturalizadas, que no son quienes dicen ser, que están solamente colocándose una careta, una careta; están haciendo un postureo para ganar seguidores en redes sociales, para ganar corazones y Colombia no necesita un influencer como presidente.
Colombia y los colombianos merecen algo mejor; los colombianos merecen, necesitan y quieren escuchar tesis serias, rigurosas, bien fundamentadas sobre los principales asuntos de importancia para el país.
A las personas no les importa, no les importa y no les debe importar si el candidato es muy amable, es muy chévere, baila muy bien o juega con micos; si el candidato es muy simpático, no. Ya hemos visto que eso no funciona.
A la gente le tiene que importar una persona que llegue a tomar las decisiones correctas, las decisiones necesarias, las decisiones que son inaplazables. Para que este país mejore.
Los colombianos necesitan una persona que llegue a ser presidente porque tiene experiencia, porque tiene conocimientos, porque tiene unas bases lo suficientemente sólidas para dirigir un país como Colombia, que no es poca cosa.
Un país territorialmente grande, un país con infinidad de problemáticas en cada una de sus esquinas, un país que lo van a recibir con una grave crisis de seguridad, un país que cuenta todos los días muertos como si eso fuera normal, un país en donde la inseguridad rural y urbana están desbordadas, en donde la economía es una economía muy débil, muy frágil, muy lenta, donde la informalidad se ha mantenido por encima del 50% en los últimos 10 años.
Donde la pandemia borró los avances que se habían logrado en luchas contra la pobreza y la pobreza extrema.
Entonces nosotros sí queremos hacer un llamado serio y contundente, uno a las personas, a los votantes, para que les exijan a sus candidatos que sean serios, que los respeten y que exijan propuestas, que exijan reales pronunciamientos y explicaciones y que exijan exposiciones lo suficientemente claras, precisas y detalladas de lo que piensan hacer si llegan a ese cargo y quienes aspiran a ese cargo también tienen que respetar a los electores.
Tienen que ser lo suficientemente diáfanos y transparentes con las intenciones que tienen, por más descabelladas que puedan ser unas, por más ilusorias que puedan ser otras, pero que digan lo que realmente quieren hacer. ¿Cómo lo van a hacer? ¿Con quiénes lo van a hacer? ¿Con quiénes van a gobernar? ¿Cuáles van a ser sus prioridades?
El país necesita dejar de exigir tanto a ciertas personas rendimientos astronómicos, mientras que a sus gobernantes lo máximo que les exigen es que bailen en X o que tengan más de 100 000 seguidores en TikTok. Eso tiene que cambiar.
Y nosotros creemos que, aunqueno es lo suficientemente tarde para dignificar el ejercicio de la política , si bien entendemos que los candidatos necesitan marketing, asesoría de imagen y todo, no deben caer en el juego de parecer que están compitiendo en un reality. La presidencia de Colombia no es un reality y si los seguimos manejando como un circo, pues no podemos quejarnos de lo que vamos a obtener.