El 5º Foro de Sostenibilidad de PorkColombia continuó su agenda con un panel central dedicado a entender cómo el sector porcícola colombiano avanza hacia el mercado de carbono, un escenario que reúne oportunidades ambientales, económicas y sociales para los productores del país.
El espacio, moderado por el periodista de El Espectador Fernán Fortich, reunió voces del gobierno, los gremios, desarrolladores de proyectos y empresas que ya dieron el salto hacia la certificación de emisiones.
El sector porcícola avanza en su ruta hacia el mercado de carbono
En la apertura, se destacó el papel del foro como punto de convergencia entre el sector productivo, el gobierno y la academia, así como el interés que ha despertado en redes sociales gracias a las transmisiones de Vivo Call y El Espectador.
El mensaje inicial fue claro: la porcicultura colombiana continúa transformándose bajo un modelo de sostenibilidad que integra lo ambiental, lo social y lo económico.
Este propósito se hizo evidente en el panel “Construyendo el camino del sector porcícola hacia el mercado de carbono”, integrado por José Luis Díaz (Ministerio de Minas y Energía), David Quevedo (AsoCarbono), Alex Saer (Cercarbono), Alejandro Vélez (SOYA S.A.) y Julián Cifuentes (PorkColombia y Fondo Nacional de la Porcicultura).
Julián Cifuentes explicó que la idea de incursionar en los mercados de carbono lleva varios años gestándose en PorkColombia, pero tomó fuerza recientemente gracias al impulso de su presidente, Jeffrey Fajardo.
La motivación principal: que la sostenibilidad genere valor directo para los porcicultores y fortalezca su productividad.
Según Cifuentes, el sector avanza con firmeza hacia un modelo que permite capturar emisiones, reducir impactos y generar ingresos adicionales mediante tecnologías como biodigestores y soluciones de economía circular.
Cerca del 85% de las emisiones del sector están asociadas al manejo del estiércol, por lo que la captura de metano y el aprovechamiento energético se han convertido en prioridades.
Desde el Ministerio de Minas y Energía, José Luis Díaz contextualizó el papel de la bioenergía dentro de la hoja de ruta de la transición energética justa. Colombia, dijo, tiene uno de los mayores potenciales en bioenergía de América Latina gracias a sus residuos pecuarios y agroindustriales.
El funcionario destacó que los proyectos de biogás no solo reducen metano, sino que permiten soberanía energética, disminución del uso de combustibles fósiles, dinamización económica rural y descentralización energética. Sin embargo, señaló que aún existen retos:
- Para pequeños y medianos productores: acceso a tecnología y financiamiento.
- Para grandes operaciones: implementar sistemas robustos y permanentes de monitoreo de emisiones.
Alex Saer, director de Cercarbono, expuso una perspectiva clave: Colombia es uno de los países mejor preparados para desarrollar proyectos de carbono. A diferencia de otros países de la región, cuenta con:
- Impuesto al carbono con mecanismo de compensación, lo que garantiza demanda.
- Estándares establecidos de certificación.
- Organismos validados de verificación.
- Oferta consolidada de desarrolladores.
- Políticas públicas alineadas con metas climáticas.
También recordó que el país enfrenta una realidad distinta a la global. Mientras en el mundo la mayor parte de emisiones proviene del uso de combustibles fósiles, en Colombia los cambios de uso del suelo y el sector agropecuario representan alrededor del 60% de las emisiones, por lo que los proyectos REDD+ y los asociados al metano tienen un rol crítico.
David Quevedo, director de AsoCarbono, advirtió sobre un reto global: la tendencia a priorizar el precio por encima de la calidad en los certificados de carbono. Para superar esto, insistió en la necesidad de que empresas y compradores realicen debidas diligencias, revisen estándares, metodologías, trazabilidad y transparencia de los proyectos.
Señaló que los mercados internacionales están exigiendo cada vez más información cualitativa, por lo que el sector porcícola debe asumir el compromiso de construir créditos de alta calidad, apoyados en aliados confiables y metodologías robustas.
El testimonio de Alejandro Vélez, de SOYA S.A., fue uno de los más inspiradores del panel. La empresa logró certificar y vender créditos de carbono tras implementar un biodigestor y asumir un proceso que, aunque complejo, demostró que incluso compañías medianas pueden incursionar con éxito en estos mercados.
Para Vélez, la clave estuvo en:
- Vencer el miedo inicial a la tramitología.
- Contar con desarrolladores experimentados.
- Tener claridad sobre los pilares de sostenibilidad empresarial.
- Identificar la certificación como una oportunidad económica y reputacional.
SOYA ya trabaja para convertirse en titular y desarrollador de sus propios proyectos, lo que abrirá nuevas fuentes de ingreso.
Tanto Saer como Cifuentes coincidieron en que los proyectos asociativos son fundamentales. Aunque una granja pequeña genere pocas emisiones, puede sumarse a un proyecto agrupado o a un programa de actividades que permita certificar acciones conjuntas bajo una misma metodología.
Además, las certificadoras permiten retroactividad de hasta cinco años, por lo que los productores pueden empezar ya a implementar biodigestores o prácticas de reducción de emisiones y luego certificar.
El panel cerró destacando que el país vive un momento clave. Tras los decretos del Ministerio de Ambiente que abren la puerta a nuevos mecanismos como los cupos transables, el sector empresarial debe prepararse para escenarios donde habrá límites de emisiones y nuevas reglas de mercado.
Quevedo insistió en que la preparación depende de:
- Conocer las regulaciones emergentes.
- Entender la calidad de los créditos que se generarán.
- Invertir en tecnología y monitoreo.
- Apostarle a estándares exigentes desde el inicio.
