Durante el quinto panel del 5º Foro de Sostenibilidad; Mercados de Carbono 2025, realizado por Porkcolombia en Barranquilla, José Luis Díaz Ramos, economista, profesional en gobierno y asuntos públicos y miembro del equipo de cambio climático del Ministerio de Minas y Energía, presentó una intervención centrada en el papel estratégico del biogás para enfrentar el cambio climático, reducir emisiones de metano y avanzar hacia una transición energética justa en Colombia.
El biogás porcícola toma fuerza en Colombia como solución para la transición energética
Desde el inicio, Díaz dejó claro un mensaje clave: los residuos del sector porcino no son basura; son insumo energético. Un recurso capaz de impulsar la diversificación de la matriz energética y mejorar el acceso a energías limpias, especialmente en zonas rurales y no interconectadas.

Díaz recordó que la porcicultura colombiana genera más de 4 millones de toneladas de CO₂ equivalente al año, en gran parte asociadas a emisiones de metano, un gas cuyo potencial de calentamiento global en 20 años puede ser hasta 80 veces mayor que el CO₂. Frente a la creciente urgencia climática, controlar estas emisiones se ha vuelto una prioridad tanto para el sector privado como para los gobiernos.
Al mismo tiempo, el país enfrenta un reto energético; 4,5 millones de hogares aún tienen dificultades para acceder a soluciones energéticas sostenibles. La mayor parte se encuentra en regiones como la Amazonía, la Orinoquía, el Caribe y el Magdalena Medio, donde persisten brechas de calidad, continuidad y costo en los servicios energéticos.
La bioenergía, y en particular el biogás, aparece como una solución transversal para ambos desafíos.
Díaz presentó un mapa de pertinencia energética del biogás en Colombia; las zonas verdes, donde existen condiciones óptimas para su implementación, coinciden con regiones con alta actividad porcícola; Antioquia, Cundinamarca, Meta, Tolima y Valle del Cauca.
Según cifras del Ministerio, el país tiene la capacidad de generar 174 millones de pies cúbicos de biogás al día; y el sector porcino podría aportar 11,5%. Solo ese potencial representaría 3,8 millones de toneladas de CO₂e reducidas; equivalente al 34% de la meta de mitigación del sector minero energético a 2030.
En palabras del funcionario, la respuesta es sí; el potencial existe; es grande; y el sector porcino es clave para aprovecharlo.
El Ministerio de Minas y Energía ha evaluado diversas tecnologías para la producción y uso de biogás; desde biodigestores modulares para pequeños productores hasta sistemas integrados para grandes granjas que permiten generar energía térmica y eléctrica.
Algunas empresas porcinas ya operan biodigestores y han comenzado a producir energía o incluso a compartirla con comunidades cercanas, impulsando criterios de justicia energética y modelos de economía circular.
Uno de los proyectos más destacados es el programa Biococción, desarrollado por Minenergía, FENOGE y la Universidad Antonio Nariño. Esta iniciativa ha llevado soluciones de biogás a comunidades rurales y ha capacitado a más de 800 estudiantes, asegurando sostenibilidad técnica y apropiación comunitaria.
Díaz explicó que el país ya avanza en un marco regulatorio favorable; entre los instrumentos clave se destacan:
Programa Cero Basura; Decreto 0670 de 2025
Permite el uso de residuos orgánicos como insumos energéticos; prioriza la digestión anaeróbica en zonas rurales; actualiza artículos de la Ley 1715 para facilitar estos usos.
Plan Nacional de Biomasa
Define la hoja de ruta, incentivos y proyección a largo plazo para el uso energético de biomasa, incluyendo el biogás porcícola.
NDC 3.0 y la diversificación energética
El biogás fue incluido como una medida formal dentro de los objetivos de mitigación del país, permitiendo un mejor seguimiento, financiamiento y articulación interinstitucional.
Díaz insistió en que la implementación de biodigestores aún es costosa, especialmente para pequeños y medianos productores. En ese punto, los mercados de carbono, tanto el voluntario como el regulado, se convierten en herramientas clave.
En el mercado voluntario, existen proyectos verificados como los certificados por Gold Standard, que ya han realizado pilotos con más de 200 sistemas instalados en Colombia, permitiendo evaluar escalabilidad y eficiencia.
En cuanto al mercado regulado, el análisis del Ministerio de Ambiente y 3GI determinó que los biodigestores porcícolas son una actividad recomendable para la generación de créditos regulados; su potencial es medio, gracias a su escalabilidad y beneficios ambientales y sanitarios. Persisten retos de monitoreo, debido a la dispersión de productores, lo que requiere cooperación entre gremios y gobierno.
Para cerrar su intervención, José Luis Díaz fue enfático; en la porcicultura no hay residuos; hay insumos. El Ministerio reafirmó su compromiso de impulsar soluciones de bioenergía, desarrollar esquemas de financiamiento y fortalecer alianzas con el sector para acelerar proyectos de biogás y cerrar brechas técnicas y regulatorias.
La conclusión es clara; la transición energética justa pasa por el campo colombiano, y el biogás se posiciona como una de las herramientas más poderosas para avanzar hacia un modelo más limpio, rentable e inclusivo.
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