Quien quiera ver que vea, y quien no quiera ver que no vea. Pero es absolutamente peculiar, llamativo y sobre todo evidente que faltando 30 días para unas elecciones se escuche el testimonio de Aída Merlano en condiciones absolutamente cuestionables y con intereses muy definidos que solamente buscan beneficios políticos para algunos y perjuicios para otros.
EDITORIAL
Una de las zonas del país que es determinante a nivel electoral es el Caribe colombiano, que no solamente es Barranquilla o el departamento del Atlántico. El Caribe se puede comprender fácilmente desde La Guajira hasta Córdoba, regiones que han sido políticamente muy centralizadas en unas casas familiares limitadas y que por defectos de la democracia para algunos o por los beneficios para otros han gozado de apoyo popular de los habitantes de cada uno de esos municipios y de los departamentos.
Si se hiciera un ejercicio de comparar el avance, el desarrollo y el crecimiento de ciudades como Barranquilla respecto a Cali o a Medellín, uno encontraría que Barranquilla ha avanzado muchísimo más que estas ciudades en los mismos periodos de gobierno y con distintos estilos de gobernantes, de manera que es bastante claro que ese epicentro electoral que puede poner entre dos y tres millones de votos significan un fortín para cualquier persona que aspire a ser presidente.
Si bien Gustavo Petro tiene raíces del Caribe, pues ha nacido en Ciénaga de Oro, el exalcalde de Bogotá ha basado siempre su fortaleza en la capital de la República. Ha extendido su base electoral hacia el Valle del Cauca, de manera significativa en la zona de Putumayo, Caquetá, Guaviare y en la Costa ha logrado un reconocimiento gracias al trabajo de su hijo y ahora de nuevos aliados como Armando Benedetti y en el caso de Antioquia, como en el Urabá, cuenta con un aliado importantísimo: Julián Bedoya, actual congresista del partido Liberal, si bien no va a aspirar nuevamente en las elecciones tiene sus candidatos al Congreso.
Centrándonos en el caso Merlano, es claro que la Corte está incurriendo en una incompatibilidad e incoherencia al decir que no escucha los testimonios de Juan Carlos Montes pero sí escucha el de Aída Merlano con condiciones bastante similares. Los tiempos en los que la Corte decide escuchar a Aída Merlano, las filtraciones que se hacen del caso que para nada son casualidad por más que algunos boletines lo quieran hacer ver de esta manera.
En la actualidad, Aída Merlano está supuestamente capturada en Venezuela. Ha confesado que tiene la protección de Nicolás Maduro y este tiene un candidato presidencial en Colombia: Gustavo Petro. Las coincidencias son muchas para creer que es algo espontáneo y no coordinado; todo lo que se está ejecutando tiene un fin y es afectar el ambiente electoral en el Caribe colombiano, es tratar de pescar con dinamita y luego quitarle a la principal fuerza de oposición a Petro uno de los bastiones más grandes que tiene la coalición, que es Alejandro Char y lo que representa no solo él sino su familia en el Caribe.
No puede ser más clara la configuración de un escenario bastante conocido en Colombia en época electoral entre ciertos medios de comunicación, altas cortes, políticos y ahora mismo con colaboración extranjera. Se escucha a medios de comunicación presionando a miembros de la Coalición Equipo Colombia para que condenen a Alejandro Char, lo expulsen de esta alianza o simplemente le marquen distancia y afecten su aspiración.
Al momento de escribir este editorial, lo cierto es que Aída Merlano no ha presentado ninguna prueba de la supuesta empresa de corrupción electoral que tendría Alejandro Char en Barranquilla con su familia, no hay evidencias de ningún tipo para dar cuenta del supuesto delito. Como medio de comunicación creemos que a una persona se le debe respetar no solamente el debido proceso sino la presunción de inocencia.
Hasta el momento solo se conocen unos apartes rosas, novelescos y amarillistas de una persona que estaba absolutamente enamorada a otra persona que tuvo una crisis matrimonial y que hoy están queriendo hacer ver que ese romance tenía trasfondo electoral. Hablar de que Álex Char violó a Aída Merlano luego de las fotos conocidas no tiene pies ni cabeza, hablar de secuestro es un absurdo con lo que se ha logrado ver.
La única manera de que se castigue y se condene a Alejandro Char es que se demuestre que cometió delitos. Hoy no es más que una jugarreta de un sector político y medios de comunicación que quieren sacar a un precandidato presidencial con muchas posibilidades con un fortín electoral gigantesco que determina para uno o para otro la elección presidencial.
Es dantesco observar como Colombia en vez de mejorar elección tras elección lo que hace es empeorar, seguirle apostando a los escándalos mediáticos y no a la verdadera justicia. Es imposible creerle a una persona que dice numerosas incoherencias, mentiras fáciles de probar con solo hacer contrastes y fuera de ello protegida por el archienemigo de Colombia, Nicolás Maduro, quien tiene un candidato presidencial en Colombia: Gustavo Petro, quien necesita de la fuerza electoral del Caribe para poder ser presidente, pero Char es un bastión de contención que ha tenido allí para dificultar la victoria de su campaña.