En un mundo donde la sostenibilidad y el bienestar no solo hacen parte de las actuales mega tendencias, sino que también son prioridades globales, la movilidad activa se presenta como una opción accesible y efectiva. Este concepto, que promueve desplazamientos en donde necesariamente se usa la energía del cuerpo —como caminar o utilizar la bicicleta—, no solo beneficia la salud personal, sino que también genera un impacto sobre las emisiones contaminantes y mejora la calidad del aire.
Sin embargo, para construir una verdadera cultura de movilidad activa, es necesario identificar los beneficios, las oportunidades y los retos para continuar con la labor de implementación que ya se ha venido realizando.
Si bien, el concepto de movilidad activa está fuertemente ligado a la promoción de la movilidad en donde se usa la energía corporal, también implica una nueva forma de práctica social y económica alrededor de los territorios. Es por esto que en Colombia puntualmente, el Ministerio de Transporte ha realizado estructuración, seguimientos, acompañamiento, monitoreos, planificación, articulaciones y formulación a diferentes proyectos y programas que promocionan, patrocinan y benefician la movilidad activa en el país, entre los que se resalta actividades como la Semana Nacional por la Movilidad. (Artículo 18 de Ley 1811) y la formulación de la estrategia de Movilidad Activa para el país (ENMA).
Aun así, el concepto de movilidad activa es tan amplio y reciente que requiere fortalecer de manera integral sus objetivos, pero también su estrategia de promoción e implementación.
Colombia ha venido avanzando en la adecuación estructural y en la promoción de la cultura de movilidad activa. Actualmente, hay más de 1000 kilómetros de ciclo ruta, de los cuales 630 kilómetros están en Bogotá, alrededor de 90 kilómetros en Medellín y 142 kilómetros en Cali, esto, según los datos publicados por las Alcaldías y Secretarías de Movilidad de cada ciudad.
En Bogotá, del 100% de los viajes que se realizan diariamente (12.143.325) el 28% se realiza a pie, contando viajes de más de 15 minutos y el 7% se realiza en bicicleta, es decir que un 35% de los viajes diarios pertenecen a la movilidad activa.
Así mismo, en ciudades como Bogotá y Medellín se realizan actividades como ciclo vías, que promueven el uso de este medio de transporte, pero que también representan una actividad cultural y familiar.
A pesar de los avances en infraestructura y promoción de la movilidad activa en Colombia, la adopción de una cultura ciudadana que respalde plenamente estas iniciativas sigue siendo un desafío significativo. En las principales ciudades, la coexistencia entre peatones, ciclistas, motociclistas y conductores es frecuentemente conflictiva, evidenciando una falta de educación vial integral y un alto nivel de intolerancia.
Conductas peligrosas, como el uso indebido de ciclo rutas por parte de motociclistas, el irrespeto a los semáforos y las normas de tránsito, tanto de conductores como de peatones, y una escasa apropiación de los espacios destinados a la movilidad activa, limitan el impacto positivo de las políticas implementadas.
Además, la masificación del uso de motos, impulsada en parte por su bajo costo y la ineficiencia del transporte público en algunas ciudades, ha generado retos adicionales, como el aumento de la accidentalidad. Para superar estas barreras, es crucial fortalecer las campañas de educación vial, implementar medidas de control más efectivas y promover incentivos para el uso de medios sostenibles y aumentar la cooperación con actores que pueden aportar nuevas estrategias, tecnologías o conocimiento.
Países Bajos: cultura de movilidad y cooperación
Con una población de 17 millones de habitantes y más de 23 millones de bicicletas, los Países Bajos se han consolidado como un modelo global de movilidad sostenible. Este éxito comenzó en la década de 1970, cuando el país enfrentaba una saturación vehicular que comprometía su calidad de vida y sostenibilidad urbana. La respuesta fue una visión estratégica que priorizó la movilidad activa, especialmente el uso de la bicicleta, a través de una infraestructura robusta y políticas integrales.
Actualmente, más de 35.000 kilómetros de carriles exclusivos para bicicletas garantizan conectividad, seguridad y eficiencia, posicionando a la bicicleta no solo como un medio de transporte, sino como un componente esencial de la cultura y economía holandesa. Iniciativas como Dutch Cycling Embassy han llevado este modelo a un nivel internacional, compartiendo mejores prácticas y promoviendo la bicicleta como una herramienta para enfrentar retos globales de sostenibilidad.
El impacto ambiental de este modelo es significativo. Un estudio de Nature Research estima que, si el promedio de uso diario de bicicleta en los Países Bajos (2.6 kilómetros) se replicara a nivel mundial, se podrían reducir hasta 686 millones de toneladas de emisiones de carbono al año. Este enfoque también inspira esfuerzos locales en Colombia, donde, por ejemplo, el Sistema de Bicicletas Compartidas de Bogotá (Teambici) ha logrado evitar más de 443 toneladas de CO2 desde su implementación. Aun así, el potencial de transformación es mucho mayor: reemplazar el 60 % de los viajes en automóvil por bicicleta en la ciudad podría evitar cerca de 688 toneladas de CO2 diariamente.
La cooperación bilateral entre Países Bajos y Colombia ha sido clave para fortalecer esta visión compartida de movilidad sostenible. El Convenio de Cooperación Técnica entre ambos países ha establecido la movilidad activa como una de sus líneas estratégicas, junto a temas como agua, logística y ciudades sostenibles. Más recientemente, la firma de un memorando de entendimiento durante la Semana Nacional por la Movilidad en 2023 refuerza el compromiso mutuo, impulsando la promoción de políticas públicas, la planificación de infraestructura y el transporte intermodal, elementos esenciales para construir una verdadera cultura de movilidad activa en Colombia.
La experiencia holandesa demuestra que construir una cultura de movilidad activa es posible con voluntad política, planificación estratégica y compromiso social. Colombia tiene la oportunidad de liderar el cambio en América Latina, transformando sus ciudades en espacios más sostenibles, saludables y conectados.
Adoptar la movilidad activa no es solo una elección individual; es una decisión que puede redefinir el futuro de nuestras comunidades y del planeta. El fortalecimiento de la cooperación entre Países Bajos y Colombia es un ejemplo de cómo, trabajando juntos, se pueden crear soluciones duraderas para un desarrollo más sostenible y equitativo.
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