Por ello, resulta muy preocupante que el empeoramiento de la situación social del país a consecuencia de la crisis pandémica ha impactado y de qué manera la percepción que tienen los ciudadanos frente al Gobierno, llevándose de calle a las propias instituciones a las cuales sirve.
Por: Amylkar Acosta
Colombia afronta y enfrenta una sumatoria de crisis no resueltas, las cuales la han conducido a una gran encrucijada, que es en la que estamos, sin que se alcance a otear en el inmediato futuro una buena salida. Indudablemente la peor de todas ellas, porque agrava las demás, la económica, la social y la ambiental, entre otras, es la crisis de confianza, porque cuando esta se pierde se pone en riesgo la gobernabilidad y cuando esta se complica tambalea la legitimidad de las instituciones.
A este punto hemos llegado por cuenta de la procastinación por parte de los sucesivos gobiernos debido a que como dijera Miguel Abadía Méndez “los problemas viejos no se resuelven y los nuevos los dejan envejecer”, presumiendo y dando por sentado que la estabilidad de la democracia y de las instituciones que la sustentan permanecerán incólumes, a pesar de la desidia y la inacción. Cuando la realidad es que los problemas que no se resuelven se agravan y se tornan crónicos.
Y qué importante es la confianza para el desarrollo económico y social de un país. Entre los estragos de la pérdida de la confianza están la pérdida de la reputación y de la confianza inversionista, las cuales alejan y ahuyentan a la inversión y a los inversionistas y conducen al fracaso. Ello llevó a afirmar al premio Nobel de economía Joseph Stiglitz que “la inversión en confianza no son menos importantes que las inversiones en capital humano y maquinaria”. Velar, entonces, por su preservación y conservación resultan ser un asunto de la mayor relevancia.
DEL MISMO AUTOR: La encrucijada china
Por ello, resulta muy preocupante que el empeoramiento de la situación social del país a consecuencia de la crisis pandémica ha impactado y de qué manera la percepción que tienen los ciudadanos frente al Gobierno, llevándose de calle a las propias instituciones a las cuales sirve. Es así cómo, según el más reciente informe de la OCDE, Colombia al lado de Chile y ello no es coincidencia, hacen parte del grupo de países en los cuales los ciudadanos más dudan y ponen en tela de juicio a sus gobiernos. En Colombia, particularmente, cayó la confianza frente al Gobierno entre el 2007 y el 2020 del 51% al 37%.
Y este escepticismo frente al Gobierno se extiende a las empresas, a los medios de comunicación y hasta las ONGs. Es más, según el Observatorio de la democracia de Uniandes encontró que el nivel de satisfacción con el funcionamiento de la democracia, en el 2020, alcanzó el nivel más bajo en décadas (18%). Concluye, además, que la confianza ciudadana en todas las instituciones, incluidas las más reputadas en el pasado, está por el piso.
De acuerdo con los resultados de la encuesta adelantada recientemente por el Barómetro Edelman Trust, la desconfianza de los ciudadanos hacia sus instituciones se consolidó este año. Según la misma encuesta Colombia es el cuarto país que más desconfía de su gobierno entre 27 evaluados. Ello es supremamente preocupante.