Por: Miguel Gómez Martínez
uperado el tema electoral, es hora de regresar a lo fundamental. Sin la posibilidad de reelección, el elegido no puede perder un segundo de su escaso y valioso tiempo.
Mientras el nuevo presidente ajusta su programa y equipo de gobierno, es importante reconocer las limitaciones macroeconómicas que enfrenta. Subir el gasto será imposible, pues pondría en riesgo el grado de inversión y con ello el acceso a los mercados de capitales. Un mayor nivel de gasto público presionaría al alza la tasa de interés, lo que es inconveniente en un momento de débil crecimiento de la demanda.
Bajar los impuestos, que es una medida deseable, no será posible en un primer momento. Las restricciones fiscales que hereda el nuevo gobierno no le dejan mucho espacio para un movimiento en ese sentido.
Por ello la importancia de enviar las señales correctas.
Lo que los actores económicos esperan es que les brinden confianza y tranquilidad. Todos sabemos que la situación de la economía es muy frágil y que no se pueden esperar milagros. Pero es necesario marcar un cambio de rumbo con respecto al manejo de los últimos años, en los cuales ha primado la subordinación de los objetivos económicos a las presiones políticas. Santos puso la economía al servicio de las encuestas y las elecciones, sin importar los costos para el futuro.
El mensaje debe ser en las personas y en los hechos. Se requiere un equipo nuevo que refresque la opinión con un liderazgo diferente y sin mezquindades. Llegó la hora de pasarle la posta a un nueva generación que esté comprometida con el cambio real y no que venga con espíritu tecnocrático de continuidad. También es necesario anunciar un paquete de medidas que muestren firmeza y voluntad política de cambiar el marco de despilfarro y corrupción que caracterizó a la administración saliente.
Las cifras del 2018 son mejores que las del año anterior, lo que no es ningún motivo para sacar pecho. El menor déficit de la cuenta corriente (-3,5% del PIB) no es el resultado de una economía más fuerte, sino de la recuperación del precio del petróleo. Esta circunstancia, cuya duración es imprevisible, le generará al gobierno entrante un respiro de caja, pero ello no modifica los problemas estructurales de la economía en materia de productividad y competitividad. Fortalecer el sector agropecuario y recuperar la dinámica industrial son tareas de largo aliento ya que el tiempo perdido en los últimos años ha sido mucho. El nuevo gobierno debe demostrar que no buscará eludir los problemas, sino que tendrá la valentía de enfrentarlos.
Según Anif, el gasto presupuestal en pensiones representa el 4,1 por ciento del PIB, mientras que los intereses y amortizaciones de la deuda pública son un 5 por ciento.
Estas son dos tareas que necesitan atención prioritaria si queremos recuperar el margen de maniobra de las finanzas públicas. De estas primeras movidas del nuevo gobierno, la opinión pública nacional e internacional sacará conclusiones sobre la orientación del próximo cuatrienio.
Hay cuatro años para cambiar el rumbo ascendente del populismo en Colombia. Los 8 millones de votos son una preocupante señal y tendencia. Es un tiempo breve pero suficiente. El balón está de este lado.
Coletilla: Mientras tanto, la inflación anualizada en Venezuela es del 24751 por ciento!!