De periodista incendiaria a candidata presidencial: el salto arriesgado de Vicky Dávila

De periodista incendiaria a candidata presidencial: el salto arriesgado de Vicky Dávila

En un país donde los periodistas suelen observar la política desde la barrera, Vicky Dávila decidió hacer lo contrario: saltó a la arena, se llenó de polvo y ahora quiere la Presidencia de Colombia. Su paso de Semana, Caracol Radio y La FM a la contienda electoral no es solo un cambio de oficio; es una declaración de guerra contra un sistema político que ella misma ha criticado por años.

Vicky no llega a esta carrera con silencios ni suavidades. Llega con la fuerza de alguien que ha pasado más de dos décadas disparando titulares, destapando escándalos y enfrentando al poder. Llega con su marca: confrontación, alta voz y cero filtros. Un estilo que, para muchos, es gasolina… y para otros, incendio.

Pero la pregunta es inevitable:
¿Puede la periodista más explosiva del país convertirse en una líder capaz de unir a la
derecha y competir seriamente por la Casa de Nariño?

De entrevistas tensas a alianzas tensas

Desde que anunció su intención presidencial, Dávila comenzó a buscar una consulta de derecha con nombres de peso: Marta Lucía Ramírez, Enrique Peñalosa, Felipe Córdoba, Daniel Palacios, Mauricio Gómez Amín y Juan Guillermo Zuluaga.
La prensa ya la bautizó: “la consulta del duquismo”.
Y aunque ese sello incomoda a algunos, Vicky insiste en que su proyecto no es restaurar un
gobierno, sino “reconstruir un país”.

Pero el punto no es la coalición.
El punto es Vicky.
Porque donde ella llega, hay ruido. No siempre armonía, pero siempre ruido

La ventaja y el riesgo de ser Vicky

El activo más grande que tiene es su figura pública:
• Millones la conocen.
• Millones la escuchan.
• Millones la aman o la detestan.
Eso, en política, es oro.
O dinamita.
Depende de cómo se encienda.

Vicky no es una candidata convencional. No habla para caer bien. No negocia para quedar bien. Ataca cuando se siente atacada, incluso por quienes pretende sumar, y golpea duro cuando alguien disputan el espacio que ella considera suyo. Esa intensidad —que le dio fama en Semana y en la radio— ahora se convierte en su arma y también en su talón de Aquiles.

Porque para unir a la derecha no basta con tener fuerza; se necesita también moderación. Y Dávila no se ha caracterizado nunca por moderar nada.

¿Qué representa realmente Vicky en esta contienda?

Representa un malestar profundo dentro de un sector del país que siente que la derecha se quedó sin voz fuerte, sin firmeza, sin carácter.
Representa a quienes piensan que se necesita alguien frontal, sin miedo, sin cálculo.
Pero también representa el riesgo de que un liderazgo altamente conflictivo termine fracturando más a un sector que ya viene debilitado, dividido y sin una narrativa clara tras el gobierno Duque.

¿Tiene futuro su salto presidencial?

Dependerá de si Vicky logra hacer algo que nunca ha hecho en toda su carrera: ceder espacio, negociar, tejer alianzas sin dinamitar acuerdos.
Si lo hace, podría convertirse en la figura femenina más importante de la derecha en 2026.
Si no, su candidatura quedará como un fenómeno mediático más… intenso, ruidoso, pero pasajero.

Por ahora, lo que sí está claro es que Vicky Dávila ya no es solo una periodista de batalla: es una precandidata que quiere convertir la indignación en proyecto político. Y guste o no, su presencia le agrega pólvora a una campaña que ya venía encendida.

Por: Juan Nicolás Pérez Torres – @nicolas_perez09

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