De regreso al jardín

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El regreso a lo esencial será en los próximos años un imperativo. Restringir lo suntuoso y apelar a lo básico será la única forma de salir a flote lo menos lesionados posible, aplanar la curva de los créditos y vivir sin gastar más de lo que se gana deberá ser la regla de oro para alcanzar una tranquilidad financiera y, por ende una, tranquilidad mental.


Por: Felipe Jaramillo Vélez

Transformar los símbolos de estatus será la primer gran tarea de la post pandemia.

Impulsados por deseos fabricados en las entrañas de las agencias de publicidad y por un comercio voraz de productos con obsolescencias programadas cada más reducidas, la vida del hombre se ha convertido en una carrera frenética por el consumo.

Esto ha dado como resultado el establecimiento generalizado de unos símbolos de estatus, mismos que dan cuenta  del “linaje” de hombres y mujeres, quienes se hacen reconocibles por las posesiones físicas y no por los atributos que en otrora marcaban la felicidad del hombre como lo eran:

Tener un techo para guarecerse, una mesa sobre la cual alimentarse , tanto física como espiritualmente, y por último, una, al menos una compañía fiel con la cual pasar los días finales de la vida.

Una casa lujosa, un auto de preferencia camioneta 4×4, así nunca se vaya a salir de la ciudad, un juego de relojes de marca y cómo no, un celular de última generación con varias cámaras, son algunos de los más comunes referentes de estatus de la modernidad.

El culto al consumo y al cuerpo, ese que incluso atentando en contra de la salud se debe someter a cirugías estéticas y fármacos para poder adelgazar una partes y aumentar otras, para así mantener una línea digna que se pueda lucir en las redes sociales.

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El regreso a lo esencial será en los próximos años un imperativo. Restringir lo suntuoso y apelar a lo básico será la única forma de salir a flote lo menos lesionados posible, aplanar la curva de los créditos y vivir sin gastar más de lo que se gana deberá ser la regla de oro para alcanzar una tranquilidad financiera y, por ende una, tranquilidad mental.

Volver al Jardin será volver sobre las palabras de Epicuro de Samos, quien dirigiéndose a sus discípulos, les decía:

¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia

Palabras que invitan ineludiblemente a reconfigurar los símbolos de estatutos, teniendo con ello la gran oportunidad de volver a darle significado a la casa como institución de regocijo y de formación, a la mesa del comedor como lugar de discusión y argumentación familiar, a la charla presencial con los amigos dejando de un lado la interferencia que produce la tecnología y sus pantallas.

El momento actual nos muestra un panorama impensable hace tan solo algunos días. Nos presenta una renovada forma de afrontar una nueva postura histórica de la Humanidad. 

Una que no necesariamente anteponga a la máquina y sus “bondades” en el centro del devenir de la humanidad, sino por el contrario una en la que las decisiones de fondo se basen en la reflexión, el diálogo y el consenso, alejando la forma de proceder de los extremos.

Dando equilibrio a las cargas, así con ello se sacrifiquen lujos y riquezas e incluso apariencia física, pues, quizás a la postre, esta gran confusión que ha causado la pandemia, no sea más que una seña para regresar a la esencia.

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Esta fue una invitación que hace unos días nos hicieron los maestros Conrado y Luis Fernando, a un grupo de alumnos y que hoy de forma reflexiva expongo en esta columna.

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