De vuelta a los peores años

No creímos por lo menos en los últimos años tener que volver a registrar cómo el secuestro tocaba la puerta de cientos de hogares en Colombia y cómo el terrorismo se toma poco a poco municipios del país.

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Lo más importante en este tipo de situaciones es despolitizarlas y hablar con los hechos por delante con el elemento fotográfico, de video y de audio que, ahora, gracias a la tecnología, podemos recibir. Aunque a la vez también sea un grave instrumento de pánico, en el cual nos tocan estas situaciones como si fueran propias. Al escuchar el llanto, el clamor o la tragedia de colombianos en su día a día y no es como hace algunos tiempos, en los que eran solo hechos criminales que se registraban en la periferia del país, en las zonas alejadas de las grandes ciudades.

Hoy tenemos un secuestro en la Guajira, un secuestro en el suroeste de Antioquia, un secuestro en los cerros orientales de Bogotá y como estas decenas de estos delitos a lo largo y ancho del país. Lo peor es que con una tendencia creciente que para la época navideña, nos refresca muy malos recuerdos.

No se nos puede olvidar, nunca jamás, porque hace parte de vivir en Colombia, ese traumatismo con el que todos quedamos, con el que todos vivimos aun cuando salimos del país, sentir ese miedo, el pavor, sentir que te van a atracar, que te van a robar, que te van a matar cuando pasas, por una parte, oscura en cualquier lugar.

Colombia definitivamente deja traumatizados a sus ciudadanos y es inevitable no recordar las pescas milagrosas, no recordar los collares bomba, las tomas hostiles a los pueblos, con cilindros, los tatucos a las iglesias y toda esa historia tan cruenta que ha tenido que padecer el pueblo colombiano, que por ignorancia, por irresponsabilidad y desconocimiento de algunos, facultaron y permitieron que en Colombia regresamos a esas tristes situaciones.

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Regresamos a unas situaciones que no solo las viven los más desfavorecidos, los más pobres, es un fenómeno que afecta a todas las clases sociales y a todas las regiones del país. Escuchar alcaldes en el Cauca, en Putumayo, en Arauca, diciendo acá existía un acuerdo, el ejército tenía que venir en las elecciones para mostrar presencia, pero luego de eso las FARC, ELN o cualquier otra bandola de criminales van a volver a entrar y el gobierno, eso es  lo más triste. El gobierno lo sabe.

Uno se pregunta, ¿en dónde está la responsabilidad del ministro de defensa?, ¿el ministro de interior?, del impresentable comisionado Danilo Rueda, como carajos Colombia está permitiendo que poco a poco los criminales retomen locaciones de poder, luego de todo lo que le costó al país, poder recuperar ese control territorial.

Parece difícil que esta situación cambie para bien, en los próximos años, todo lo contrario se atenúa cada vez más y en el mundo donde ya tenemos una imagen lo suficientemente negativa, desgastada como los mayores exportadores de droga, como el país donde la prostitución es una gran actividad económica y un fuerte turístico.

Ahora también nos volvemos a decir al mundo, “Oigan vengan al país de la potencia Mundial de la vida, el país del realismo mágico, al país donde vamos a reemplazar el petróleo por turismo que están volviendo a secuestrar y que están volviendo a extorsionar, incluso en los cerros orientales de la capital del país”; en donde un grupo de delincuentes venezolanos porque hay que decirlos con todas las letras y palabras, sin censura han montado desde los cerros orientales hasta cada una de las localidades de Bogotá grupos delincuenciales que están aterrorizando, como si no fuera poco con los bandidos que ya se producen en este país.

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¿Qué pasa en otros países desde hace varios años?

Mientras otros países desde hace años como Chile y Perú exportan a todos los venezolanos que cometen delitos en Colombia le damos un estatus temporal, les damos subsidios, le damos alimentación, les pagamos, la salud ya está vivienda, le damos. 

Preocupa la inacción, preocupa la omisión de quienes tienen que actuar, de quienes deben hacer algo, de quién es por deber constitucional, tienen que actuar y desde luego la misma pasividad de ciertos sectores llamados de oposición que prefieren hacer la oposición en redes sociales para ganar impresiones y seguidores, pero no hacerla a través de los canales institucionales, que puedan tener real efecto.

Por último, quizás lo que más preocupa de esa inacción es el mediocre consuelo de que ya faltan dos años para que se acabe este gobierno. Ese es el consuelo de muchos que son los llamados a hacer un control político, esperar a que se termine este gobierno.

La verdad es que Colombia es un país que pareciera no aprender de su misma historia, que ha sido tan cruel y tan difícil, porque hasta que no aprenda, no dejará de repetirla.

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