miércoles, diciembre 6, 2023

Desarrapados

Compartir


Por: Wilmar Vera Zapata

También desharrapado, con hache, de acuerdo con la Real Academia Española, significa andrajoso, lleno de harapos o muy pobre, desheredado. Así llamó Humberto de la Calle (exnadaísta, o sea, defensor de los desarrapados) a los seguidores del candidato de la Colombia Humana, Gustavo Petro en un trino.

Demuestra el señor De la Calle una vez más esa tradición tan colombiana y arribista de ver a los otros como inferiores, “pordebajiar” a los que no son como uno. Tradición que heredamos de los españoles, cuando las clases y color de piel definían su posición en la sociedad. Así, los criollos, los hijos de los administradores peninsulares como “españoles americanos”.

Con la República, los pilares de esa Fraternidad, Igualdad y Libertad brilló para unos y no para todos. De ahí seguimos con términos peyorativos a los humildes, sean afros, indígenas o mulatos pobres. La ropa, el lenguaje, la forma de pensar y sus limitaciones han sido elementos que marcan la división de los colombianos y si además le sumamos el lugar de nacimiento tenemos un mosaico de desprecios y segregación variopinto. O si no, en Colombia se creen muchos los que nacieron en Medellín o Bogotá frente a los de Pasto o Cúcuta. Y en esas ciudades, los de Parque de Berrío o El Chicó se creen de “mejor familia” que los demás.

Un ejemplo de esa segregación se ve en el trato que le dio la prensa (la conservadora y la liberal) a Jorge Eliécer Gaitán. Darío Acevedo, el converso y revisionista director del Centro Nacional de Memoria Histórica, realizó una investigación hace varias décadas sobre el linchamiento simbólico del caudillo.

Para la “oligarquía”, como decía Gaitán, rojos y azules eran los mismos: un grupo de dueños del poder económico y político que manipulan las ideas y la fe para crear, en las bases, enemigos irreconciliables, donde se mataban para su beneficio. Por eso Laureano Gómez y Alfonso López, enemigos ideológicos, eran socios en ese negocio que es el mandar en Colombia. De ahí, en las caricaturas a Gaitán lo llamaban “el indio” –término aún hoy peyorativo pero honroso para él- rodeado de simios o desarrapados negros, ignorantes, que lo seguían como idólatras. Acevedo lo dijo mejor:

Le puede interesar:  Normalizamos vivir con miedo

“Las características del proceso de deconstrucción de la imagen de Gaitán muestran una mayor agresividad simbólica que la del caso Gómez. Su perfil físico es deformado y exagerado, sus dientes son pronunciados, su rostro es torbo y malicioso, es representado como un ser simiesco y goriloide; títere, agente o aliado del comunismo, es un fascista que promueve desordenes (SIC) y lidera marchas con teas incendiarias, que tira piedras al gobierno y ataca a la Justicia. Es dibujado como un bandido armado de rulas, puñales, escopetas, revolver al cinto, fusiles, y tiene las manos untadas de sangre de las víctimas conservadoras de la violencia liberal. Aparece también asociado al comunismo internacional en varios cuadros, en los que figura acompañado de un oso (el oso ruso) o en tratativas con Stalin, con su cerebro destapado en el que hay osos, y alentando huelgas obreras de carácter subversivo”. https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-97/la-caricatura-como-instrumento-de-la-lucha-politica

DEL MISMO AUTOR: Miedo

Colombia es una rueda que gira sobre sí misma y no avanza, más bien retrocede.

Si en 1946 hubieran existido las redes sociales, a Gaitán lo atacarían como hoy ocurre con los progresistas colombianos. Basta ver medios como Semana o Blu Radio que tergiversaron simples acciones como un almuerzo en Cali hasta una propuesta de recuperación de tierras baldías de ociosos terratenientes.

Todo esto no sería anecdótico si no pareciera que se estuviera cocinando un desenlace similar al de Gaitán. El partido de la tercer y cuarta letra, así como el líder a quien le robaron $1.000 millones que iban a su campaña, y sus cómplices, han acaparado todo el poder al mejor estilo de Chávez y Maduro. No en vano, el inquilino de la Casa de Nari está a un bigote de ser mala copia del típico tirano tropical. Así, hasta con un Registrador que tiene listos tres millones de muertos que votan, el fraude despunta en el horizonte del 2022. Tal vez por eso, el jefe del subpresidente usó esa advertencia como orden de batalla electoral.

Le puede interesar:  “…a echar el cuento”

Así como Gaitán, Petro es el candidato de los desarrapados. De esos que los que toman de la teta del Estado sólo buscan en época electoral para visitarlos en sus barrios miserables prometiéndoles todo, a cargar platones de frutas antes de herniarse por el esfuerzo, montar en Transmilenio rodeado de guardaespaldas o probando la sazón de un sancocho en una plaza de mercado, misma a la que sólo va la muchacha del servicio con el chofer a mercar.

Millones de desarrapados somos, señor De la Calle, y es hora de tener un Gobierno que piense en nosotros, los excluidos, los nadie, los olvidados. Esos colombianos que, para usted y sus similares, no servimos sino para mantenerlos arriba.

@liberto1420

spot_imgspot_img
spot_img
spot_img

Última hora

spot_img

Le puede interesar

[mc4wp_form id=”74432″]