Aunque Colombia logró su independencia definitiva en 1819, el Día de la Independencia, celebrado cada 20 de julio, recuerda un momento crucial: la instalación de la Junta de Gobierno en Santa Fe en 1810, un acto que representó el primer intento formal de autonomía frente al dominio colonial de España.
Fue una fecha cargada de simbolismo, no solo por los hechos que ocurrieron, sino porque marcó el inicio de una década de luchas internas, guerras civiles y pugnas políticas por la libertad.
La chispa del levantamiento fue un incidente aparentemente trivial: la negativa del comerciante español José González Llorente de prestar un florero a criollos que lo solicitaban para una visita diplomática.
Esta excusa fue premeditada por los patriotas para provocar un altercado que diera pie al estallido de la inconformidad popular. Aquello culminó en un cabildo abierto que desconoció la autoridad del virrey y formó un gobierno criollo, paso clave en la historia del país.
Día de la independencia en Colombia
El Día de la Independencia es una oportunidad para reforzar la identidad nacional y comprender los desafíos históricos que ha enfrentado Colombia en su búsqueda por ser una república democrática.
Aunque la independencia formal se selló en la Batalla de Boyacá en 1819, fue el 20 de julio cuando se sembró la semilla del inconformismo y la autodeterminación.
En la actualidad, el Día de la Independencia también se enfrenta al reto de resignificarse para nuevas generaciones, muchas de las cuales ven la historia como una materia lejana y poco relevante. Integrar esta fecha a procesos educativos y comunitarios puede ser clave para fortalecer la ciudadanía.
¿Por qué sigue siendo importante el Día de la Independencia?
No se trata solo de recordar una fecha del pasado. El Día de la Independencia permite a los colombianos repensar qué significa realmente ser libres. En un país donde aún persisten desigualdades sociales, violencias y exclusiones, el legado de 1810 puede y debe servir como inspiración para seguir luchando por una Colombia más justa y participativa.
Los desfiles militares en Colombia son una de las tradiciones más visibles y esperadas del Día de la Independencia. Cada 20 de julio, en distintas ciudades del país, las Fuerzas Militares y de Policía desfilan para rendir homenaje a la patria, mostrar su disciplina, rendir tributo a los héroes nacionales y reafirmar su compromiso con la soberanía.
El desfile central se realiza tradicionalmente en Bogotá y cuenta con la presencia del presidente de la República, el alto mando militar y representantes de los poderes públicos, aunque este año será en Santa Marta.
Durante el acto, miles de soldados, policías, bomberos, veteranos de guerra y grupos especiales marchan por avenidas principales, acompañados de bandas sinfónicas, aeronaves en formación y vehículos blindados, en una muestra de fuerza y unidad institucional.
En otras regiones del país, los desfiles adoptan un carácter más simbólico y comunitario, involucrando escuelas, organizaciones civiles y reservistas. Más allá de lo militar, se convierten en escenarios para celebrar la diversidad cultural de Colombia, su historia regional y el espíritu de sus ciudadanos.
Sin embargo, los desfiles militares también han sido objeto de debate. Mientras para muchos representan orgullo nacional y reconocimiento a quienes protegen al país, otros los consideran expresiones de una visión militarista del Estado que podría relegar otras formas de conmemorar la independencia, como el diálogo ciudadano o la reflexión histórica.
En medio de ese debate, los desfiles siguen siendo una tradición arraigada que, año tras año, convoca a miles de personas en las calles y frente a la televisión.