EE. UU endureció su postura frente a Moscú con un nuevo paquete de sanciones que golpea directamente el corazón energético del Kremlin. La medida, anunciada por el presidente Donald Trump, congela los activos de las petroleras estatales Rosneft y Lukoil en territorio estadounidense y prohíbe a las compañías de ese país realizar cualquier tipo de transacción con ambas firmas.
Desde Bruselas, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski celebró el anuncio y aseguró que las sanciones envían un “mensaje contundente y necesario” al presidente Vladimir Putin para que ponga fin a la guerra en Ucrania, la cual inició en febrero de 2022. “La agresión no quedará sin respuesta”, escribió el mandatario en su cuenta de X, destacando el respaldo internacional a su país mientras la ofensiva rusa se intensifica.
Sanciones de EE. UU. contra Rosneft y Lukoil buscan cortar el financiamiento de la guerra en Ucrania
El paquete sancionatorio llega en un momento de tensión creciente. En las últimas horas, al menos tres horas, entre ellas dos periodistas, murieron en uno bombardeos rusos sobre territorio ucraniano, según reportaron medios locales y el medio Freedom TV. El propio Trump reconoció que sus esfuerzos diplomáticos para lograr un acuerdo con Putin “no van a ningún lado” y que la decisión de imponer sanciones responde al fracaso de las negociaciones previstas en Budapest.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, hizo un llamado a los aliados de Washington para que se unan a la medida, con el objetivo de asfixiar las fuentes de financiamiento del Kremlin. “Las sanciones deben ser un esfuerzo colectivo. Rusia continúa violando el derecho internacional, y no puede hacerlo sin recursos”, señaló en un comunicado.
La respuesta desde Moscú no tardó en llegar. María Zajárova, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, calificó las sanciones como “contraproducentes” y advirtió que su país ha desarrollado “una fuerte inmunidad frente a las restricciones occidentales”. Afirmó además que Rusia seguirá fortaleciendo su economía y su potencial energético pese a las nuevas sanciones.
El impacto económico fue inmediato. Los precios del petróleo subieron más de 5 % en los mercados europeos tras conocerse la noticia, alimentando los temores de una nueva inestabilidad en el suministro del crudo. China, uno de los principales socios comerciales de Rusia, también rechazó las sanciones y manifestó su “oposición” a lo que considera una acción unilateral de Washington.
Europa se suma a las medidas
Así pues, la Unión Europea se sumó a la ofensiva con un nuevo paquete de restricciones que busca frenar las operaciones de la llamada “flota fantasma” de petroleros rusos, utilizada para evadir sanciones y mantener el flujo de ingresos hacia Moscú. Según el presidente francés Emmanuel Macron, el comercio atribuido a esta red paralela representa más de 30.000 millones de euros anuales, unos 35.000 millones de dólares y financia entre el 30 % y 40 % del esfuerzo bélico ruso.
Por último, desde la OTAN, el secretario general Mark Rutte aseguró que la presión coordinada entre Estados Unidos y Europa podría “cambiar los cálculos del Kremlin” y llevar a Putin a considerar una salida negociada. Sin embargo, por ahora, la escalada económica y militar parece continuar, dejando sobre la mesa una pregunta, ¿Cuánto más soportaría la economía rusa sin ceder en el campo de batalla?