El acoso a las mujeres en los pasillos públicos

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No es solamente en el Congreso de la República que existe esta reprochable y criminal práctica contra las mujeres, se puede ver en los municipios más alejados, en ciudades capitales, en el Gobierno central y desde luego en las empresas. 


EDITORIAL

Es lastimosamente una práctica generalizada no por todos los hombres hacia no todas las mujeres. Y, un primer paso para entender este debate y mirarla con lentes de objetividad que lo amerita, al ser temas muy graves y delicados en el cual vidas se han visto expuestas por personas que han sido perturbadas por personas que creen que por ostentar algún poder económico o político, pueden abusar de mujeres. 

Y es que si bien es cierto que en el mundo en los últimos se han desatado olas de denuncias contra confesos abusadores sexuales, mientras otras han sido mal utilizadas como estrategias políticas y de difamación, en Colombia poco o nada ha sucedido al respecto y miles de mujeres siguen mientras usted lee este editorial, siendo acosadas sexualmente. 

Mucho se ha hablado sobre la importancia de la denuncia que es casi siempre la sentencia donde se acompañan las columnas donde no se dan nombres, pues dicen sin denuncias no hay nada y acá es un terreno en la que las dos partes tienen razón, tanto quienes están denunciando el acoso como quienes piden los nombres, pero hay que ir más allá y comprender por qué varias mujeres se rehúsan a dar nombres. 

Primero, Colombia aún es una sociedad altamente machista, es una sociedad en la que si una mujer se muestra vulnerable y se expone con una denuncia de estas puede quedar anulada laboralmente, es una realidad y muchas mujeres lo confiesan en secreto. Es uno de los grandes temores, que exista una irónica y mezquina solidaridad de género masculino donde se pretendan cubrir entre todos atacando a quienes denuncian y acá es donde la red de apoyo necesita cobijar a las mujeres que han sido agredidas, perturbadas en su paz interior y mental por cuenta de viejos verdes. 

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Y muchos son senadores, son representantes a la cámara, son concejales, son presidentes de compañías, líderes gremiales y seguramente existirán por fortuna muchas empresas en las cuáles esta práctica no existe, pero hay que aceptar que un gran número si la tiene y además de la transformación que tiene el acoso. 

El acoso no es solamente evitar un encuentro sexual donde solamente una parte lo quiere, el acoso también es chantajear, extorsionar, mirar de maneras no apropiadas, decir palabras no apropiadas y desde luego violentar esa integridad de la mujer- 

Ahora, Colombia tiene un gobierno que tiene una gran representación femenina, que fue elegido por millones de mujeres en el país, mujeres que al ver a Francia Márquez, al ver una diversidad de representantes de su género, vieron una luz de cambio, luz de nuevas oportunidades de quitarse mordazas y poder vivir más tranquilas. Bien haría el Gobierno nacional en establecer un plan en donde puedan invitar a las mujeres a que denuncien de una vez por todas con nombres y hechos, a sus acosadores. 

Colombia tiene que ser un lugar en donde niños, mujeres, hombres, sin importar su identidad sexual, ideología, color o estrato puedan estar tranquilos y no acceder a pretensiones y que esas personas acosadoras puedan tener esa capacidad de autocontrol, de comportamiento y respeto. 

Desde este medio de comunicación siempre invitaremos y respaldamos todo acto que respete a las mujeres y condenamos acciones que intimiden contra su integridad.

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