El espiral inflacionario: «Cabe anotar que Colombia, a diferencia de países vecinos, nunca ha sufrido de hiperinflaciones como sí lo han hecho Perú, Argentina, Brasil y Venezuela, entre otros…»
Por: José Miguel Santamaría Uribe
Cuando en la Constitución de 1991 se le puso como una de las principales funciones del Banco de la República el control de la inflación se dió en el clavo. Hoy en día sabemos que no existe un impuesto más oneroso para los menos favorecidos que una inflación alta. Debemos seguir combatiéndola a capa y espada.
El resultado de la junta del Banco de la República en esta lucha ha sido hasta ahora favorable. El país pasó de inflaciones de dos dígitos a un dígito y en los últimos años se ha mantenido en niveles entre el 3 y 4%. Esto ha permitido que el Estado haya tenido buenas fuentes de fondeo a tasas coherentes y que en términos generales la capacidad adquisitiva de los colombianos haya mejorado.
Cabe anotar que Colombia, a diferencia de países vecinos, nunca ha sufrido de hiperinflaciones como sí lo han hecho Perú, Argentina, Brasil y Venezuela, entre otros.
Algo diferente está sucediendo a nivel global ahora, a raíz de la pandemia del Covid 19. La inflación ha aumentado en casi todos los países. Las razones fundamentales de esto ha sido el exceso de demanda de bienes y servicios frente a problemas logísticos, de suministro y de producción. Tanto los países desarrollados como los del tercer mundo están asustados con este aumento y han salido a combatirlo aumentando tasas de interés y restringiendo masa monetaria, circulante. Algo se ha logrado, pero todavía no se puede cantar victoria.
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Aunque el caso colombiano es parecido al global, tiene aristas diferentes que tenemos que tener en cuenta. La inflación en Colombia es un determinante para la negociación anual del salario mínimo. Es la manera de mantener siquiera el valor adquisitivo de los que lo reciben. Pero también el salario mínimo es la base de aumento de muchos bienes y servicios. Esto implica que este se sube por encima de lo estimado puede generar un efecto cascada en los precios que puede ser contraproducente, buscar un equilibrio aquí es muy importante.
El gobierno Duque pensando de manera populista aumentó para el año 2022 el salario mínimo a más de lo lógico, por encima del 10% con una inflación del año anterior cercana al 5.80%. Adicionalmente, ya se habían creado subsidios como el ingreso solidario que de alguna manera han venido impactando una mayor demanda. Esto ligado al aumento global de la inflación ha traído consigo que para el año 2022 la inflación en Colombia seguro termine por encima del 10%. Echaron leña al fuego.
El riesgo que viene con un gobierno de corte populista y de izquierda es aún mayor. La negociación del salario mínimo del año 2023 va a estar para alquilar balcón. Yo creo que están dadas todas las condiciones para que el aumento pueda estar entre el 15 y el 20%. Esto tendrá un riesgo inmenso en términos inflacionarios a futuro, aunque muchos analistas piensan que lo fuerte de la inflación ya ha pasado. Pienso que si se hace un aumento de esta índole podría generar una potencialización adicional del aumento del costo de la vida y estaríamos inmersos en una espiral inflacionaria complicada de atajar.
Aquí hay una tormenta perfecta donde elegimos a un gobierno populista que quiere aumentar el gasto público, los subsidios y el salario mínimo, y tenemos una inflación no del todo controlada. Mirémonos en el espejo de Argentina que por medidas populistas la inflación va por el 70% y el costo económico en devaluación de la moneda y aumento de la pobreza ha sido muy grave.