El posconsumo en Colombia: del reto educativo a la acción empresarial

Por: Michael Smith Ortegón Salazar, administrador de empresas, magíster en economía social, profesor universitario y actual decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de UNINPAHU

Compartir

La educación desempeña un papel crucial en la construcción de un futuro sostenible en Colombia, ya que promueve la conciencia ambiental, la comprensión de los principios del desarrollo sostenible y la adquisición de habilidades prácticas para abordar los desafíos ambientales, sociales y económicos. Al implementar programas de educación ambiental y formación en habilidades para la sostenibilidad, se empodera a las personas para contribuir activamente a la protección del medio ambiente y la creación de una sociedad más equitativa y viable.

Por esto, es importante que la oferta educativa asociada a diferentes niveles, tanto formales como informales, incluya en sus planes de estudios resultados de aprendizaje, habilidades y competencias explícitas en sostenibilidad con enfoques técnicos y tecnológicos, de tal manera que se garantice su apropiación en las profesiones y ocupaciones de los sectores asociados. 

En el marco del posconsumo, se requiere que estos programas incluyan principios mínimos como responsabilidad extendida del productor, vida útil de productos prioritarios, economía circular y gestión colectiva e individual de los residuos. Principios que bien articulados llevan a que los productos prioritarios (aquellos que generan mayores niveles de contaminación en el medio ambiente o pueden afectar la salud de las personas) sean ecoeficientes y los productores y consumidores sean reintegrados, reciclados o eliminados de las cadenas de producción o logística.

Además, este tipo de productos tiene atributos clave tanto en el consumo como en el posconsumo: son de consumo masivo, tienen un volumen significativo, pueden ser residuos peligrosos, pueden revaloralizarse al momento de reintegrarse o reciclarse en procesos productivos y requieren una regulación. De acuerdo con esto, la formación en posconsumo y economía circular puede tener un impacto significativo en la competitividad y sostenibilidad de las empresas colombianas, si estas lo asumen como parte de sus procesos de calidad y gestión.  

Le puede interesar:  "El futuro es que la economía circular llegó para quedarse": Clara Pardo Martínez

Le puede interesar: Colombia lidera en América Latina la implementación de políticas de economía circular y gestión posconsumo

Por otro lado, el papel que las empresas deben tener en el posconsumo vital para reconocer integralmente el camino que recorren sus productos hasta su destino, de tal manera que se controlen y recuperen los residuos de sus productos prioritarios. Esto hace necesario que las empresas establezcan planes de posconsumo para sus diferentes líneas de producto que tienen relación directa o indirecta con productos prioritarios, ya sea porque son producidos por su actividad económica o porque son componentes complementarios de sus productos, de tal manera que definan cómo tratar sus residuos, determinando qué componentes de sus productos requieren recolección, reintegración a la cadena productiva, cómo incentivar a los consumidores y proveedores a regresarlos o cómo sustituirlos o eliminarlos completamente del producto. Sin embargo, el éxito de estos planes dependerá de la gestión colectiva e individual de los residuos, por lo que la articulación entre productores, proveedores, comercializadores, consumidores y gobierno es fundamental.   

Esto además de constituir la visión de la responsabilidad extendida del productor, evidencia que, al adoptar estos principios, las empresas pueden reducir costos, mejorar su imagen pública, acceder a nuevos mercados y fomentar la innovación. A través de programas gubernamentales, instituciones educativas y organizaciones del sector privado, las empresas pueden acceder a la formación necesaria para implementar prácticas sostenibles en sus operaciones.  

En Colombia, la gestión de residuos posconsumo se rige por la Responsabilidad Extendida del Productor (REP). Esta normativa obliga a los fabricantes e importadores a gestionar los residuos de sus productos una vez desechados por el consumidor. El Decreto-Ley 2811 de 1974 establece los fundamentos, mientras el Decreto 4741 de 2005 regula específicamente la gestión posconsumo. Además, hay resoluciones específicas para distintos productos, como plaguicidas, medicamentos vencidos, baterías, pilas y llantas usadas. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible promueve su adecuada gestión para fomentar la separación y valorización de estos residuos. 

Le puede interesar:  Colombia lidera en América Latina la implementación de políticas de economía circular y gestión posconsumo

Así, pues, la investigación y la transferencia de conocimiento son esenciales para el desarrollo de empresas e iniciativas sostenibles en Colombia. La investigación puede identificar nuevas oportunidades y tecnologías innovadoras para mejorar las prácticas de posconsumo y economía circular. La transferencia de conocimiento garantiza que estos resultados lleguen a las empresas y comunidades relevantes, a través de capacitación, difusión de información y colaboración entre sectores. Investigaciones que identifiquen sustitutos biodegradables o de bajo impacto ambiental son el punto de partida para economías basadas en el posconsumo, así como la adopción de los criterios normativos y la ejecución de planes de posconsumo empresarial.  

Lea también: «Debemos crear una nueva economía donde realmente conservar y hacer un uso sostenible de nuestros recursos naturales sea viable»: José Manuel Perea

Última hora

Le puede interesar

[mc4wp_form id=»74432″]